Ramón
Vila Capdevila, también conocido como "Pasos Largos", "Maroto",
"Caraquemada" y por "Capitán Raymond" en la resistencia francesa. Nació
en Peguera, un pequeño lugar de la comarca del Berguedà, el día 1 de
abril de 1908, en el seno de una familia modestísima. De los cuatro o
cinco hijos que tuvieron sus padres, la mortandad infantil de aquella
época, se cebó con ellos como con la mayoría de las familias, sólo le
sobrevivió una hermana, Josefa (Pepeta) que era once años más joven que
Ramón.
http://ni-hil.blogspot.com/2012/04/un-guino-la-historia-xv-ramon-vila.html
El sobrenombre de Caraquemada
proviene de las quemaduras que se produjo de niño en la cara y mano
cuando se incendió la casa donde vivían, pereciendo en el siniestro su
hermana pequeña. Era un hombre inquieto de gran movilidad, según
testimonio de su hermana, a veces desaparecía una temporada sin que
nadie supiera de su paradero.
Robusto, de gran alzada, pasaba del 1,80 mtrs., de fuerte constitución, quiso ser boxeador en la época de Paulino Uzcúdum.
De muy joven se afilió a la CNT, porque su prédica colmaba todas sus expectativas de justicia social.
La
instauración de la II República levantó unas esperanzas entre la
clase obrera que no se vieron cumplidas ni en el tiempo ni en el
contenido y en la cuenca del Llobregat, zona eminentemente industrial,
estalló una sublevación obrera en 1932, algo parecido ocurriría poco
después en Casas Viejas en Andalucía y aunque de gran violencia, no
fue sangrienta como la andaluza.
A
los cabecillas de la sublevación se les deportó a Guinea y Canarias. A
Ramón Vila lo encierran en la cárcel de Manresa. A partir de aquí se
le pierde un poco la pista y sabemos de él que marcha a vivir a
Valencia porque en 1935 es detenido en Castelló acusado de haber
tomado parte en un atraco en Algemesí, donde de nuevo conoce los
establecimientos penitenciarios de Valencia, allí le sorprende la
rebelión militar y es puesto en libertad junto con las demás reclusos y
sin dudarlo, se incorpora a la mítica Columna de Hierro que combatió
con extraordinario valor. En 1938, cuando es llamada su quinta de
reemplazo se incorpora a la 153 Brigada Mixta con la que lucha hasta
que en febrero de 1939 pasa a Francia donde es internado en el campo
de Sant Cebrià del Roselló. No duró mucho su estancia allí, como
tantos otros tuvo que pasar por la dureza del campo de Argelés.
En la Resistencia francesa
Al
año siguiente, Ramón Vila salta las alambradas y se incorpora a la
lucha clandestina organizando grupos volantes. En 1944 pasa a la
Resistencia Francesa. Primero en la “reseau” o red Menessier, luego
pasa al grupo de Franc-Tireurs et Partisans (FTP) y por último a la
l’Armée Secrète donde se hizo llamar Ramón Laugí Pons, que después
usaría en distintas ocasiones de su azarosa vida. En el verano de 1944,
el penal de Nontrón fue asaltado en un espectacular golpe de mano por
fuerzas guerrilleras, la mayoría españolas, y rescataron a todos los
presos políticos. Entre los destacamentos asaltantes estaba el de
Ramón Vila Capdevila «Raymond». El mismo que, con el nombre de
«Caracremada», actuaría por tierras de Catalunya, con su partida de
guerrilleros, en el período 1945-1963.
En
la lucha contra los nazis, se le recuerda como especialista en
explosivos y en voladura de puentes viaductos y líneas ferroviarias. Al
terminar la II Guerra Mundial, Ramón Vila fue desmovilizado y
entonces, fiel a sus ideas, se puso a las órdenes de la organización
anarquista de Toulousse para luchar en el puesto que le fuera asignado,
en la lucha contra el franquismo.
Vuelta a España
Su
primera misión fue la de guía permanente del movimiento libertario
puesto que era gran conocedor de la zona montañosa y fronteriza, por
donde se introducían los grupos armados y cuanta gente dispuesta a
trabajar en la clandestinidad. “Quico” Sabaté, Facerías y otro muchos
fueron sus “clientes habituales”.
Sobrio,
casi ascético, con pocas ambiciones personales. Téllez señala que
cuando a Ramón le sobraba algún dinero, no quería que le dieran más.
Tenía un sueldo fijo de aproximadamente 3.000 pesetas al mes.
Los
libertarios impulsaron la guerrilla urbana en Barcelona, pero las
divisiones internas restaron efectividad a la lucha que, llevada con
unidad y mejor ardor podía haber conseguido sobresalientes resultados.
El Movimiento Libertario de Resistencia (rama militar del Movimiento
Libertario) fue desautorizado oficialmente, pero en contraposición en
el Congreso del MLE de octubre de 1947 se acuerda intensificar la lucha
y se facilitan armas a los guerrilleros. Naturalmente con situaciones
tan kafkaianas no es extraño que todo el esfuerzo de aquellos hombres
se diluyera en tener que atracar para hacerse con el efectivo que les
regateaba la Organización de Francia en lugar de dedicarse a la
agitación popular y al sabotaje selectivo. También es cierto que quizás
estaban acostumbrados a la ayuda de ingleses y americanos que
recibieron en el maquis francés que como es lógico aquí no existió.
Las
relaciones entre Marcel.lí Massana y Ramon Vila siempre fueron
cordiales, de buena amistad, pero aunque colaboraron en muchas
ocasiones no hay que confundir las acciones de uno y de otro. Pedro
Flores apunta: ”La relación entre ambos era intermitente, pero siempre
que era útil o necesaria la comunicación entre uno y otro se hacía
espontáneamente, mediante los “correos” naturales que eran los
campesinos, pastores, enlaces orgánicos, etc. Lo que no quiere decir
que esa falta de relación constante, aconsejable para su propia
seguridad, hacía que a veces se encontraban sin saberlo en un mismo
sector, lo que les costó más de una carrera”.
La
dictadura mantuvo el estado de guerra hasta 1948 y dicta nuevas leyes
excepcionales que situaban las técnicas represivas dentro de la
jurisdicción militar. Todas las leyes de excepcionalidad dictadas,
fueron reforzadas y actualizadas con el decreto de 21 de septiembre de
1960.
En abril de 1946 se
encomendó a “Quico” Sabaté, Ramón Vila, Antonio Malpica, José Gay,
José y Aurelio Martí, la conducción de un importante cargamento de
material que fue dejado en deposito a un grupo afín de Banyoles. El
día 25, José, Malpica y Martí, en el ómnibus de la mañana partieron
para Girona, los demás esperarían al día siguiente para acompañar al
camión que tenia que trasladar el material hasta Barcelona.
Después
de comer como era día de mercado en Banyoles y las calles estaban
animadas salieron a dar un paseo. Una pareja de la Benemérita les pidió
la documentación y ante la renuencia de los guerrilleros a seguirles a
la Casa Cuartel donde querían llevarlos uno de los agentes intentó
sacar el arma y sólo quedó en el intento, pues Ramón Vila que estaba
atento a la escena, fue más rápido y lo mató a quemarropa. En la
confusión que de inmediato se produjo, como es lógico, ante el suceso,
lograron Ramón y Gay huir a la montaña mientras Sabaté, dando otra vez
muestras de sangre fría, volvió a la Fonda donde estaban alojados
para esconder las maletas con el armamento.
Las
actuaciones de Ramón Vila siguen en las comarcas catalanas ahora con
unos u otros, es un experto en el conocimiento del terreno y es
reclamado por la mayoría de las partidas pues como normalmente las
marchas son nocturnas y a campo traviesa, sin él se encuentran
perdidas.
El 24 de julio, el
teniente Oriol, del servicio de aduanas de Bourg-Madame acompañado de
seis subalternos y el inspector Pascal oficial de la policía judicial,
registra el mas Tartàs d’Oceja, muy cerca de la frontera
franco-española, que era una de las bases desde donde operaban los
guerrilleros libertarios. Fueron recibidos por Justo Domingo y por
Ramón Vila.
“Los dos españoles
citados -afirma un informe guardado en el archivo del Gobierno Civil de
Girona, cosa que corrobora que los servicios de información de la
policía francesa pasaban información a la española- reconocieron que
almacenaban armas y municiones destinadas a los maquis españoles y el
registro efectuado seguidamente permitió descubrir en las distintas
piezas del inmueble y en el granero, oculto bajo la paja, el material
que se detalla a continuación.
Como el transporte de los explosivos en gran cantidad y mal conservado se consideró peligroso, se decidió esperar la llegada de un especialista artificiero requerido al efecto, quedando no obstante el material bajo la custodia de un pelotón de Guardia Móviles destacado en Osseja. Los españoles en cuestión fueron conducidos a los calabozos de la gendarmería de Bourg-Madame...” y continúa con una larga y detallada relación del material incautado que al final decidieron explosionar en lugar adecuado. Ramón Vila asumió toda la responsabilidad que por cierto aun aparece en los informes que se reciben en Girona, como Ramón Llaugí, el seudónimo con el se le conocía en el maquisard. Fue condenado a dos meses de prisión.
Como el transporte de los explosivos en gran cantidad y mal conservado se consideró peligroso, se decidió esperar la llegada de un especialista artificiero requerido al efecto, quedando no obstante el material bajo la custodia de un pelotón de Guardia Móviles destacado en Osseja. Los españoles en cuestión fueron conducidos a los calabozos de la gendarmería de Bourg-Madame...” y continúa con una larga y detallada relación del material incautado que al final decidieron explosionar en lugar adecuado. Ramón Vila asumió toda la responsabilidad que por cierto aun aparece en los informes que se reciben en Girona, como Ramón Llaugí, el seudónimo con el se le conocía en el maquisard. Fue condenado a dos meses de prisión.
El
año 1949 será el más activo de Ramón Vila, el 24 de febrero cuando
acompañado de otro hombre, costumbre que mantendrá a lo largo de los
años en sus actuaciones, entran can Miquel de Pinós para pedir
alimentos; antes han dejado las mochilas fuera de la casa. La Guardia
Civil les descubre y comienza el tiroteo sin que se puedan acercar a
las mochilas donde llevan las metralletas, en el intercambio de
disparos Ramón es alcanzado y herido gravemente en la cara, de ahí data
la cicatriz de la cara que muestran las fotografías policiales.
Herido,
escapó por el bosque hasta la base de casa Moreno de Santaeugenia,
donde es atendido por el farmacéutico de Cosp de Berga que es obligado a
auxiliarle a Ramón. Este acto humanitario luego le costaría un juicio
y tres años de cárcel al pobre farmacéutico.
Una
vez curado y repuesto volvió al mas Tartàs donde será requerido como
guía de una expedición de explosivos a la Base de Manresa. Una vez
allí se planea una actuación conjunta importante: hacer volar unas
cuantas torres de alta tensión y la vía del ferrocarril. La operación
tuvo un éxito total y diversas zonas de Manresa quedaron sin
suministro eléctrico y el tren dejó de circular durante unos días.
Entresacamos de una nota informativa del 19 de mayo de la Dirección
General de Seguridad, sobre los sabotajes ocurridos en la zona,
enviada al gobernador de Girona:
“...Los
mismos informes señalan que Massana tiene como lugarteniente a otro
peligrosísimo sujeto llamado Ramón Llaugí Pons o Ramón Gay Pons...”
De
retorno a Francia, Ramón Vila y sus compañeros son detenidos al
encontrarles en un registro armas y munición y son condenados a dos
meses de prisión. Hasta septiembre no vuele a servir de guía a un grupo
que quería llegar hasta Barcelona. Una vez los hubo acercado al
destino se despidió y retorna a Francia con Manuel Sabaté (hermano
pequeño de “Quico” de triste fin) y Elio Ziglioli. Son delatados y
sorprendidos por la Guardia Civil, y el único que se salva es Ramón
porque se tira por un barranco de tal manera que todos creen que se ha
matado. Durante los interrogatorios ambos dan toda la información
sobre escondites donde guardan los arsenales.
Ramón
Vila, magullado por la caída logra volver a la base de Francia y una
vez recuperado el 22 de Diciembre se vuelve a hacer cargo de la
conducción del grupo “Los Maños” hasta el pueblo de Matadepera. Una vez
cumplido el encargo comienza el camino de regreso que aprovecha para
volar dos torres de conducción eléctrica y sigue en solitario, en otra
acción, el 20 de marzo al día siguiente, provoca la voladura de la
vía férrea de la línea de Barcelona a Manresa.
Al
volver a la base de Oceja es detenido de nuevo por la policía
francesa y lógicamente la Guardia Civil tiene información puntual.
Esta vez es condenado a tres meses de prisión.
Durante
los meses siguientes al cumplimiento de la condena se le atribuyen
varios hechos que por lo visto fueron ejecutados por Massana y su
grupo. Es posible que les acompañara, como hacía normalmente con los
distintos grupos.
A principios de
1951, elementos anarquistas asaltan en Lyon una furgoneta postal,
suceso que va a tener malas repercusiones para los refugiados
españoles. Son detenidos casi dos mil españoles que una vez fichados
son puestos en libertad. “Quico” va a ser imputado y condenado y Ramon
Vila también es perseguido por este hecho pero logra escapar.
Aquel
verano vuela unas torres de conducción eléctrica de Yuca en el
Berguedà, tres dias después saltan por los aires tres torres más, el 4
de agosto sigue otro trío torres y vuela la línea férrea de
Madrid-Zaragoza. Vuelto a Francia la antigua base de Tartàs estaba
quemada, por tanto su nuevo domicilio fue en Perpinyà en un piso y como
era hombre de grandes espacios se revolvía en el cuarto como una
fiera enjaulada, abría las ventanas y exclamaba “Aire, aire, ¿Dónde
están mis montañas? Aquí no hay más que paredes y me ahogo.” Tuvo que
estar apartado de toda actividad hasta que se apagaron los ecos del
asalto a la furgoneta correo de Lyon. Oficialmente la guerrilla queda
liquidada en 1952. Cesar M. Moreno escribe "El periodo que va de 1954 a
1960 fue el más sombrío de toda la historia de la CNT. Asqueados,
agotados por largos años de prisión, vigilados por la policía, ávidos
de un poco de reposo, los militantes del interior se retiraron uno a
uno del combate."
A pesar de
todo en este año, Ramón Vila acompañado de otro (hasta la última
salida, siempre se procuro una persona de acompañante) vuela en Sant
Vicenç de Castellet tres torres de conducción eléctrica y más tarde
coloca un petardo en vía del ferrocarril en Sant Joan de las
Abadesses.
El asunto de Collada de Tossas
Pero
en este año también, acaece un suceso que marcará el resto de la vida
de Ramón y va a tener una gran repercusión internacional.
El
25 de julio, poco antes de las dos de la tarde, dos individuos
pararon un coche inglés con matricula HCO-543 ocupado por un médico
inglés, Bernard Joseph Peck y su esposa, les arrebataron la máquina de
fotografiar. Los ocupantes creen que les han hecho una seña para
seguir cosa que hacen de inmediato, siendo detenidos por una ráfaga de
tiros los cuales hieren al médico y matan a la esposa.
Cuando
la policía le enseña a Mr. Peck varias fotografías reconoce la de
Ramón Vila. Una información periodística explica que el médico ha dicho
“Esa sonrisa no se me olvidará en la vida, es como una mueca
provocada por la cicatriz”.
La
repercusión que alcanza es considerable, ayudado todo ello por los
medios de difusión periodísticos, y se cursa orden de busca y captura
internacional. El Movimiento Anarquista le ofreció la ocasión de
emigrar a América, quizás con el deseo de quitárselo de encima, pero el
se negó a huir.
Entre los años
1953 a 1960 en la documentación de las fuerzas de represión española,
no aparece ninguna actuación atribuible a Ramón Vila.
Hasta
el 8 de febrero de 1961, no se tienen noticias documentadas de la
actuación de Ramon Vila, pues en esta fecha son voladas tres torres de
conducción eléctrica cerca de Manresa. El 6 de marzo quiso entrar en
una casa de campo para proveerse de alimentos y se encontró con la
sorpresa de que le estaba esperando varios entre ellos un tal Sansa con
el que se enzarzó en pelea con el resultado de caer el atacante
mortalmente herido.
Al año
siguiente entre el 5 ó 6 de julio la comarca del Bages registró su
paso con la voladura de otras tres torres eléctricas colocando en una
la bandera de la CNT. Los daños fueron valorados en 66.135 ptas. Amén
de la suspensión del suministro durante unos días a las ciudades de
Manresa y Sabadell.
Poco
después, cuando regresaba, fue localizado por la Guardia Civil y
tiroteado a discreción. La oscuridad de la noche le salva, pudiéndose
adentrar en lo profundo del bosque, no corrió la misma suerte su
compañero que se perdió por aquellos parajes y al cabo de unos días
cayó en manos de la fuerza pública. Fue juzgado y condenado a treinta
años de cárcel.
De la
declaración de éste, podemos entrever el drama que supuso el incidente
de la collada de Tossas: "Manifiesta que durante los días que
convivió con el Caraquemada, éste le manifestó que no podía residir ni
en Francia ni en España, ya que en Francia la Policía le buscaba por
su participación en la muerte de un matrimonio inglés, realizado este
hecho en las inmediaciones de Puigcerdà, y que el marido que resultó
herido lo había reconocido en una fotografía. También le dijo el
Caracremada que aquél había sido fortuito, pues él solamente se había
acercado al coche para pedirles dinero, pero como viera que los
ocupantes, después de parar el vehículo, intentaron darse a la fuga. Se
vio obligado a disparar sobre ellos. Añadió el Caraquemada que, por
estas circunstancias, le era igual vivir en Francia que en España.
También le habló sobre otros viajes que había realizado él solo, y en
los cuales, valiéndose de unas sierras, cortaba las patas de las
torretas, al objeto de que al ponerles una sola carga, se produjese la
caída de las mismas. El Caraquemada se lamentó de que a partir del
accidente con el matrimonio inglés, la Organización se había
desentendido de él, incluso durante tres o cuatro años no había tenido
contacto con la misma, pues los dirigentes temían que le resultase
perjudicial y les ocasionara una represión por parte de la Policía
francesa- No obstante, por manifestaciones del Carballeira sabe que ha
sido la Organización la que, por falta de hombres para realizar estas
operaciones, ha iniciado nuevamente la colaboración del Caraquemada".
Al
año siguiente, por las mismas fechas aproximadamente y en la misma
zona vuelve a volar tres torres eléctricas. No le importa repetir el
“modus operanti” como si estuviera deseoso de ser localizado y de dar
fin a tan ajetreada vida. Curiosamente en esta ocasión prescinde de
acompañante y va solo. No deja de ser sorprendente esta forma de actuar
en un hombre tan cauto. No se apresura en el regreso y lo hace
lentamente dando un considerable rodeo.
Según
fuentes de la Guardia Civil “Conocida la técnica terrorista del
Caraquemada, se aguardó pacientemente. Para su captura o eliminación,
habíase estudiado un plan a fondo, sacando conclusiones por la forma de
repetirse las voladuras en los años anteriores, horas de realizarse,
días, fases de la luna, etc.”
La muerte de "Caraquemada"
El
final estaba cerca y la transcripción del parte de la patrulla que
acabó con su vida, nos ahorra cualquier comentario. La prosa castrense
es suficiente elocuente y descriptiva:
"Obedeciendo
órdenes superiores se hallaba prestando servicio de apostadero, desde
la puesta del sol del día seis de los corrientes, en el lugar
denominado La Creu del Perelló, a fin de lograr la captura del autor
que el día dos del actual puso unas cargas explosivas en las torretas
de alta tensión eléctrica del término de Rajadell, y como quiera que se
tenia sospecha de que muy bien pudiera pasar en su huida hacia
Francia el sujeto en cuestión, por el camino o vía pecuaria que
atraviesa dicho lugar, con dirección a la frontera, el deponente
encontrándose apostado como antes ha dicho, formando grupo de tres con
los guardias de la misma Unidad, Añádelo Adeva Sanz y Evangelista
Fernández García, éstos en puntos inmediatos al dicente, sobre la
parte izquierda del camino, también en servicio de apostadero; el
deponente sintió sobre cero cinco horas de este día, siete del actual,
que una persona se acercaba al punto donde se encontraba, caminando a
paso muy lento con dirección Súria-Balsareny. y no obstante la alta
hora de la noche, pudo observar perfectamente que dicho individuo
caminaba vigilando las márgenes del camino, llevando un gran bulto a
la espalda y con la mano derecha empuñaba una pistola, perfectamente
visible en su silueta a través de la claridad de la luna que iluminaba
el terreno porque transitaba.
Que
antes de lo expuesto, el que declara adoptó las precauciones debidas
dejando que dicho sujeto rebasara como unos cuatro pasos y al momento
darle la voz reglamentaria de "alto a la Guardia Civil", cuya frase
concretamente no pudo terminar porque a la voz de "alto a la Guar..."
contestó con fuego de pistola, con asombrosa rapidez, dando el
proyectil en una piedra inmediata al declarante, como unos treinta
centímetros.
Por ello. y también
con rapidez, el deponente repelió la agresión con fuego de su pistola
reglamentaria, viendo entonces que había sido alcanzado al segundo
disparo y caía seguidamente al suelo quedando tendido e inmovilizado
sobre el macuto que portaba a una distancia de unos cuatro metros
aproximadamente.
Que a los pocos
momentos y tras comprobar que el individuo en cuestión no daba, al
parecer, señales de vida, el declarante optó por enviar a su auxiliar.
Guardia Adeva Sanz, a la Masía denominada Vilamiijana, para que por
medio de un propio se comunicase la novedad a los superiores». Ramón
Vila no fue un superhombre, sino un miembro de la generación quemada
por la guerra y el franquismo. Marginal y rebelde, fue un hombre de
acción directa, idealista, primitivo en algunos detalles, pero
concienciado políticamente, se jugaba la vida combatiendo contra los
totalitarismos y nunca tuvo un momento para la tregua. La fuerza, el
valor, el atrevimiento y la determinación guiaron sus pasos. Si pudo
tener una vida guerrillera tan larga fue porque era un guerrillero
rural, un hombre del bosque que conocía el medio donde se movía y las
estrategias para camuflarse. Fue seguramente menos espectacular que
“Quico” Sabaté, pero su acción continuada y valiente no fue menos
importante.
A este hombre, para
más escarnio se le enterró sin caja, fuera de la tapia del cementerio,
sin señal alguna que indicase donde estaba su cuerpo y aunque es de
suponer que a él poco le importaba, el cura del pueblo se negó a
cualquier ceremonia religiosa.
El
tiempo que acostumbre a poner las cosas en su sitio hizo que en unas
reformas del cementerio, sus restos quedaron en el interior y sus
correligionarios, a la vuelta del exilio, le rindieron el homenaje que
se merecía y en su tumba hay colocada una placa que le recuerda.
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