Otra vez nos atrevemos a romper la cotidianidad mecánica y con ello nos adentramos a territorios a veces desconocidos. Muchas son las preguntas que afloran cuando intentamos transgredir la realidad. Quizás la primera que debemos responder guarda relación con la naturaleza del movimiento estudiantil. Muchas veces, los y las que participamos de él, simplemente nos dejamos llevar por la inercia de las masas, de los lideres, de lo que dicen las asambleas (de carrera, liceo o facultad) o simplemente nos dejamos llevar por lo que dicela CONFECHu otro mega-organismo representativo. A veces nos olvidamos que lo que se denomina comúnmente como “movimiento estudiantil” no es una masa uniforme, sino que esta constituido por miles de pequeños grupos muy distintos que se unen al calor de la revuelta y la reivindicación.
La diversidad se encuentra presente dentro del movimiento estudiantil, aunque muchos lo nieguen. Por ejemplo los medios de comunicación y el Estado se han preocupado de implantar una visión bastante simplista en donde vemos que solamente existen dos facciones dentro del movimiento: la “moderada” y la “ultra”
Lo cierto es que existen muchas mas posiciones que este binomio impuesto por la mentalidad estructurada del discurso oficial. Sin embargo, debido a que este imaginario ha sido implantado con relativo éxito en la población e incluso dentro del propio movimiento estudiantil lo analizaremos para entender los motivos de su implantación.
Los “moderados” constituirían básicamente el brazo con mayores grados de institucionalización dentro del movimiento. Por ejemplo el Partido Comunista a través de las Juventudes Comunistas, o bien otros grupúsculos como el liderado por Giorgio Jackson y el actual presidente dela FEUC NoamTitelman. Cuando el movimiento sobrepasa la legalidad y la institucionalidad, los medios visibilizan a estos sectores como los representantes oficiales, a su vez el Estado los validara, ya que a las finales son el grupo con el que mas fácilmente podrán dialogar, negociar o implantar “mesas técnicas” que vulneren lo menos posible la legalidad y la estructura del sistema.
Aunque pueda parecer paradójico los medios y el Estado efectivamente potenciaran a estos líderes frente a la incapacidad de comprender y apaciguar las diferentes expresiones radicalizadas del movimiento. Por su parte los medios darán la apariencia de que “dirigentes” y “Estado” son totalmente antagónicos, mientras que llevaran a cabo una campaña desligitimadora contra todas las formas de protesta que no se encaucen a través de “nuestros dirigentes” y las vías institucionales.
Llama la atención que figuras como la de Camila Vallejos se hayan transformado casi en un fetiche para los medios hegemónicos nacionales e internacionales, los cuales los referencian como “ejemplos” de liderazgo. Claro, parece que hay bastantes interesados en potenciar a los líderes más que al movimiento. Siempre es más fácil tratar con las cabecillas, en vez de tratar con un grupo conformado por representantes de cada facción y vertiente de un movimiento social diverso y confrontacional. A los medios y al Estado les interesan uniformar el movimiento, domesticarlo, potenciar lideres carismáticos que se separen del real sentido del accionar colectivo, de esta manera pueden dar la apariencia de que dialogan con los “lideres” del movimiento, pero por otro lado y sin ningún problema podrán reprimir las movilizaciones callejeras, las tomas de establecimientos o cualquier expresión que les incomode del movimiento.
En otra esquina estarían los “ultras”, los cuales serian algo así como todos aquellos que simplemente no son parte de los moderados. La prensa y el gobierno hablaran de los “ultras” como un grupo uniforme, disciplinado y militante que obstaculiza las negociaciones y la rutina capitalista. Sin embargo vemos que nuevamente los medios y el Estado intentan uniformar la revuelta a través de sus juegos del lenguaje, ya que lo que ellos consideran como “Ultra” en ningún caso es una categoría uniforme o unitaria.
¿Que tiene que ver un dirigente universitario que pretende canalizar sus acciones políticas mediantela CONFECH, con un joven estudiante de liceo que canaliza su acción política mediante sus acciones cotidianas dentro de una toma? ¿Que tiene que ver el joven estudiante universitario que busca métodos de protesta ciudadana, con el/la compañerx que piensa que los métodos de protesta deben desbordar la legalidad y el ciudadanismo? ¿Que tiene que ver el representante burocrático estudiantil que esta pensando en la re-elección de la próxima federación de su universidad, con el joven encapuchado que esta en la calle canalizando su acción política a través de la acción directa? Lo cierto es que con estas preguntas vemos que el problema no es tan sencillo y la supuesta uniformidad de la “ultra” no existe.
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Fuera de las diferencias que encontramos en el modo en que se visualiza la educación dentro del movimiento, también vemos profundas diferencias en el modo de entender la protesta, las tomas y otros aspectos de la lucha social. Habrán algunos que legitimen la acción directa y la transgresión de la legalidad como algo indispensable para generar avances en el movimiento, mientras que otros abogaran por marchas totalmente pacificas que no desborden el discurso del “buen ciudadano” respetuoso de la legalidad y el orden. En otro ámbito y con respecto a las tomas, algunos las consideraran meros mecanismos de presión para conseguir fines prácticos en las demandas del movimiento, mientras otros las verán no solo como mecanismos de presión a las autoridades, sino como espacios liberados en donde se pueden generar nuevas dinámicas de educación, auto-educación, educación popular o cualquier acción que busque no solo exigir mejor educación al Estado, sino construir una educación distinta en la practica, desde abajo y con los individuos. Así podríamos seguir con otras muchas diferencias dentro de las visiones del movimiento.
Más allá de estas diferencias que visualizamos, nos interesa demostrar que el “movimiento” no tiene una estructura homogénea, sino que contiene una inmensa diversidad de posiciones. Diversidad que se manifiesta en la infinidad de colectivos, agrupaciones e individualidades que aportan desde distintos puntos de vista, lugares y ritmos. Vemos así que el movimiento no tiene centro, ni líder, ni estructura rígida, sino que son múltiples visiones convergiendo en las marchas, actividades, talleres de autoeducación, asambleas o disturbios callejeros, pero luego de estas actividades cada colectividad vuelve a sus territorios, sus tomas, sus universidades, sus grupos de afinidad, sus espacios de convivencia, sus liceos, sus organizaciones o sus colectivos.
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En el fondo vemos que existen profundas diferencias en el llamado “movimiento estudiantil” y es urgente que no las obviemos y comencemos a entablar una discusión en torno a que tipo de emancipación queremos como colectividad. Es cierto, es importante atacar el sistema de “educación de mercado”, pero también es importante cuestionarnos nosotrxs mismos y sacar conclusiones que enriquezcan el proceso de revuelta. Por supuesto que estas salidas no deben ir hacia la “unificación” o “uniformamiento” del movimiento, sino hacia una coordinación eficiente y no autoritaria, sin dejar de lado nuestras diferencias y nuestra diversidad. El “movimiento estudiantil” aún no tiene verdaderas “posturas” frente a la realidad, mas bien pareciera tener una fuerza latente de rechazo a la realidad que nos imponen día a día. La construcción de un cuestionamiento mayor y una agudización de la crítica se hacen fundamentales, así como poner a circular las ideas dentro de todos los espacios en donde se desenvuelve el movimiento. Es necesario hablar estos temas, aunque nos tome tiempo y un poco de energía, las ideas no se pueden estancar, si llegamos a ese punto el movimiento simplemente desaparecerá, o bien se transformara en un organismo funcional al sistema.
A imaginar, discutir y romper la normalidad del capital!
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