"El pasado martes, en la calle, de camino a su trabajo, fue detenida
Laura. Al día siguiente fue puesta a disposición judicial. Lo que tenía
que ser un puro trámite para la liberación de una persona sin
antecedentes penales de ningún tipo, se transformó en orden judicial de
prisión indefinida. Laura, en fin, fue acusada de desorden público, de
incendio, de coacciones, de actos contra el ejercicio de derechos
fundamentales y de actos de violencia contra la propiedad privada. Todo,
salvo matar a Kennedy. Sobre su cabeza penden, en este momento,
condenas de hasta 20 años".
http://laurallibertat.wordpress.com/
El delito de Laura, comparable en descripción y penas al de terrorismo, consistió en ser piquete el 29M y participar en una manifestación espontánea de varios miles de personas. Al paso de la manifestación frente a la Bolsa de Barcelona, Laura y otros ciudadanos se acercaron a su puerta principal. Allí, tras tomar medidas de seguridad, depositaron una pequeña caja de cartón con papeles. Y la quemaron, en lo que era un acto simbólico. Nadie llevaba la cara tapada. No había nada que esconder. No era noche cerrada. Sucedía lo que se veía. Una mujer con una caja. Docenas de periodistas gráficos que presenciaron el acto, lo fotografiaron con total tranquilidad. La policía desplegada, muy predispuesta a la intervención desde hace un año, no intervino, al no haber argumento escénico para ello. Posteriormente a los hechos, sí, varias personas rompieron vidrios. No es la primera vez –ni la más violenta-, que la Bolsa de Barcelona, una institución a la que le saldría más barato retirar la puerta y poner una cortina, sufre daños en sus accesos a lo largo de los últimos meses de violencia financiera.
Para la permanencia en prisión de Laura se argumentaron fenómenos paranormales, como su reiteración delictiva –un exotismo jurídico para alguien sin antecedentes-, o el inminente riesgo de fuga –Laura vive con su hija y disfruta de un trabajo fijo-. A los pocos días de su encarcelamiento, además, fue trasladada lejos de la ciudad en la que viven su familia y sus amigos, de manera sorprendente y arbitraria. El ministro de Justicia ha reconocido que para retener en la cárcel a Laura −y a Dani e Isma, ciudadanos barceloneses encarcelados desde la mañana del 29M, acusados de hechos acecidos por la tarde−, había sido necesario “forzar el ordenamiento jurídico”. Y forzar esas cosas consiste en privarlas de su sentido. Consiste en el sinsentido. Consiste en volver a estéticas de la detención propias de décadas anteriores. Consiste en visualizar, en su brutalidad, la fragilidad en la que han caído los derechos civiles. Consiste, en fin, en visualizar la fragilidad, a secas. Y todo ello obliga a hablar de nuestra fragilidad. Laura es secretaria de organización de la CGT de Barcelona. Y es anarquista, una tradición hegemónicamente no violenta –la no violencia nació de la correspondencia de un anarquista ruso, Tolstoi, y un abogado Indio, Gandhi-, una tradición frágil, que requiere la vivencia personal, colectiva y voluntaria de la libertad.
Laura es, por todo ello, fragilidad. Pero no es la única fragilidad en la plaza. Desde hace un año, amplias capas de la sociedad hemos salido a la calle. De manera horizontal, indignados, sin violencia. Hemos visto en el rostro de los demás nuestro rostro frágil. Y hemos protestado. Protestamos porque nuestro único valor es el de ser mercancías, porque la presión que ejercieron en su día, pese a su fragilidad, nuestros padres y abuelos, ha sido disipada, de manera que hoy somos mucho más frágiles. Nuestro trabajo, nuestra casa, nuestra escuela, nuestra comida, nuestra salud, nuestro acceso a la democracia, nuestro futuro, nuestra vejez, nuestra relación con la ley, es pura fragilidad. Todos juntos valemos menos que otras cosas más sólidas, como una oficina, un contenedor, una puerta de cristal de la Bolsa. Vivimos una sola vez, somos absolutamente frágiles y no podemos disfrutar de ello, sino temerlo. Somos miles, millones, de personas frágiles en la calle. No nos distinguimos. El hecho de que se haya decidido detener a Laura, a una anarquista, es anecdótico. Laura es una región de nuestra fragilidad tan amplia, que Laura podría ser cualquiera de nosotros.
Defiende la fragilidad de Laura. Defiende la tuya. Que no nos toquen ni a uno solo de nosotros. La libertad de Laura es la tuya. Lucha por ambas. Lucha contra la violencia sobre la fragilidad. Lucha contra la violencia judicial. Juntos seguimos siendo frágiles, pero no débiles.
Guillem Martínez http://info.nodo50.org/A-por-nosotros-A-por-nuestra.html
http://laurallibertat.wordpress.com/
El delito de Laura, comparable en descripción y penas al de terrorismo, consistió en ser piquete el 29M y participar en una manifestación espontánea de varios miles de personas. Al paso de la manifestación frente a la Bolsa de Barcelona, Laura y otros ciudadanos se acercaron a su puerta principal. Allí, tras tomar medidas de seguridad, depositaron una pequeña caja de cartón con papeles. Y la quemaron, en lo que era un acto simbólico. Nadie llevaba la cara tapada. No había nada que esconder. No era noche cerrada. Sucedía lo que se veía. Una mujer con una caja. Docenas de periodistas gráficos que presenciaron el acto, lo fotografiaron con total tranquilidad. La policía desplegada, muy predispuesta a la intervención desde hace un año, no intervino, al no haber argumento escénico para ello. Posteriormente a los hechos, sí, varias personas rompieron vidrios. No es la primera vez –ni la más violenta-, que la Bolsa de Barcelona, una institución a la que le saldría más barato retirar la puerta y poner una cortina, sufre daños en sus accesos a lo largo de los últimos meses de violencia financiera.
Para la permanencia en prisión de Laura se argumentaron fenómenos paranormales, como su reiteración delictiva –un exotismo jurídico para alguien sin antecedentes-, o el inminente riesgo de fuga –Laura vive con su hija y disfruta de un trabajo fijo-. A los pocos días de su encarcelamiento, además, fue trasladada lejos de la ciudad en la que viven su familia y sus amigos, de manera sorprendente y arbitraria. El ministro de Justicia ha reconocido que para retener en la cárcel a Laura −y a Dani e Isma, ciudadanos barceloneses encarcelados desde la mañana del 29M, acusados de hechos acecidos por la tarde−, había sido necesario “forzar el ordenamiento jurídico”. Y forzar esas cosas consiste en privarlas de su sentido. Consiste en el sinsentido. Consiste en volver a estéticas de la detención propias de décadas anteriores. Consiste en visualizar, en su brutalidad, la fragilidad en la que han caído los derechos civiles. Consiste, en fin, en visualizar la fragilidad, a secas. Y todo ello obliga a hablar de nuestra fragilidad. Laura es secretaria de organización de la CGT de Barcelona. Y es anarquista, una tradición hegemónicamente no violenta –la no violencia nació de la correspondencia de un anarquista ruso, Tolstoi, y un abogado Indio, Gandhi-, una tradición frágil, que requiere la vivencia personal, colectiva y voluntaria de la libertad.
Laura es, por todo ello, fragilidad. Pero no es la única fragilidad en la plaza. Desde hace un año, amplias capas de la sociedad hemos salido a la calle. De manera horizontal, indignados, sin violencia. Hemos visto en el rostro de los demás nuestro rostro frágil. Y hemos protestado. Protestamos porque nuestro único valor es el de ser mercancías, porque la presión que ejercieron en su día, pese a su fragilidad, nuestros padres y abuelos, ha sido disipada, de manera que hoy somos mucho más frágiles. Nuestro trabajo, nuestra casa, nuestra escuela, nuestra comida, nuestra salud, nuestro acceso a la democracia, nuestro futuro, nuestra vejez, nuestra relación con la ley, es pura fragilidad. Todos juntos valemos menos que otras cosas más sólidas, como una oficina, un contenedor, una puerta de cristal de la Bolsa. Vivimos una sola vez, somos absolutamente frágiles y no podemos disfrutar de ello, sino temerlo. Somos miles, millones, de personas frágiles en la calle. No nos distinguimos. El hecho de que se haya decidido detener a Laura, a una anarquista, es anecdótico. Laura es una región de nuestra fragilidad tan amplia, que Laura podría ser cualquiera de nosotros.
Defiende la fragilidad de Laura. Defiende la tuya. Que no nos toquen ni a uno solo de nosotros. La libertad de Laura es la tuya. Lucha por ambas. Lucha contra la violencia sobre la fragilidad. Lucha contra la violencia judicial. Juntos seguimos siendo frágiles, pero no débiles.
Guillem Martínez http://info.nodo50.org/A-por-nosotros-A-por-nuestra.html
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