mercoledì 18 aprile 2012

es it - Stirner y la destrucción de lo sacro


Stirner, en su espectacular obra El único y su propiedad, critica a Feuerbach y la consideración de cambiar a Dios por una supuesta divinidad inmanente al hombre. Ello supondría otra manera de desterrarnos nosotros mismos al buscar una esencia divina que nunca encontraremos en nuestro interior. Antes que Nietzsche, Stirner trata de destruir todo el edificio cristiano, el cual no observa como un ideal que haya que atraer a la realidad terrenal. Feuerbach quiere acabar con Dios, sí, pero para traernos al Hombre con mayúsculas (aunque hay que recordar que todos los sustantivos se escriben en mayúscula en alemán, por lo que traslación al castellano es ambigua), como gran ideal o abstracción. Para Stirner, la "esencia suprema" que Feuerbach desea arrebatar a los cielos y traer a la tierra continúa siendo eso, una esencia, no la realidad concreta del individuo. La esencia, que Stirner también denomina Espíritu, es algo muy diferente del yo. El Espíritu representa un mundo ilusorio, el mundo de las ideas, de lo sagrado, y que ese "algo sagrado" sea tan humano como se quiera, incluso lo humano mismo, no representa diferencia para Stirner. El egoísta de Stirner no puede buscar ningún ser superior, ya sea en el cielo o en la tierra, y si realiza tal cosa lo hará negando su propio yo; incluso, aquel al que puede denominarse "egoísta involuntario", es el que no reconoce que él mismo es su creador y su creación, es incapaz de ver que lo que cree un ser extraño es su propio "ser superior". Lo sagrado es algo ajeno al yo (al individuo), y por eso Stirner no puede concebir que la absurda idea de Dios adoptara en su tiempo otra forma más popular y seductora (como es la "humanidad", "todos los hombres", etc.). Lo que se pretende es desterrar, de veras, toda idea de lo sacro, de un ser aupremo, adopte la forma que adopte, Incluso, los ateos han recibido la feroz crítica de Stirner al esforzarse en mostrar la inexistencia de Dios y cambiar su idea por cualquier otra, como el Hombre, que acaba siendo el nuevo ser supremo.

La dependencia de "algo superior", por muy extendida que esté en el mundo, es tremendamente dañina; incluso, Stirner se permitió señalar la obsesión idealista como una patología siquiátrica. Se trata de estar esclavizado por una idea fija (la verdad religiosa, la majestad, la virtud, la legalidad...) sin someterla jamás al escalpelo de la crítica. Esa idea obsesiva es, para Stirner, lo verdaderamente sagrado que hay que destruir. Los creyentes, los dogmáticos, aunque se hayan desprendido de la idea de Dios y se presenten como ilustrados, son profundamente intolerantes. Aquellos herejes contra las viejas creencias son bien vistos en la nueva época, mientras que los nuevos herejes contra nuevas creencias vuelven a ser perseguidos. Stirner señala la moral como fuente de nuevos dogmatismos y ataca a Proudhon por el siguiente aserto: "Los hombres están destinados a vivir sin religión, pero la moral es eterna y absoluta". Resulta curioso que dos pensadores tan diferentes, e incluso opuestos en muchos aspectos, sean reivindicados por la tradición ácrata; a mi modo de ver las cosas, tal cosa demuestra la oposición de las ideas anarquistas al dogma, al absolutismo, por lo que está asegurada su constante vigorización y actualidad. En respuesta a Stirner, la moral es algo inherente al ser humano, por lo que se trata de darle un contenido concreto verdaderamente humano, que él considera que parte del individuo, pero que halla su antinomia en lo social; el verdadero enemigo es, efectivamente, lo sagrado, el ser supremo en el nombre del cual se imponen tantas cosas y se mantienen tantas aberraciones. Stirner, algo por lo que le convierte en un pensador de una modernidad (o posmodernidad) indudable, considera que es la esencia, ya sea trascendente o inmanente, la que esclaviza al ser humano.

La propia etimología de la palabra religión alude a lazo, a la dependencia, aunque Stirner recuerda que tantas veces se nos quiere presentar su significado positivo como "libertad espiritual". Esta libertad del espíritu, de las ideas, que parece en determinadas épocas no ser ya monopolio de la creencia religiosa, adopta nuevas manifestaciones con la inteligencia, la razón o el pensamiento en general. Para Stirner, solo el egoísta consciente es capaz de ver lo pernicioso de esa radiante espiritualidad, de ese entusiasmo por lo ideales. En definitiva, el auténtico ateísmo para Stirner sería negar, no solo a Dios, también a cualquier idea sacralizada y ello hay que realizarlo en el nombre de la auténtica realidad y el verdadero valor: el individuo. El yo, el "único", es singular e irrepetible, la auténtica medida de todas las cosas, por lo que no puede ser esclavo de ninguna idea abstracta. El único funda su causa sobre sí mismo, aunque es capaz también de amar a los demás hombres, no lo hace por imposición, sino por que le hace verdaderamente feliz. El pensamiento de Stirner es tan demoledor como espectacular, es tan antiesencialista y antiautoritario, tan contrario a todo idealismo y toda metafísica, que da la impresión de que puede satisfacer tanto como incomodar, no dejando a ningún lector indiferente. Resulta paradójico que haya quien vea en Stirner un liberal a ultranza, cuando puede comprobarse fácilmente que toda su obra está plagada de ataques a los liberales y al Estado. Precisamente, el Estado no es para Stirner más que otro sustituto de Dios, del ser supremo o de la idea fija. No es extraño que los que lo hayan reivindicado, y sigan haciéndolo, de verdad sean los anarquistas, por muy antisocial que parezca la propuesta estirneriana (y ello solo, tal vez, desde una visión muy superficial).

http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com/2012/04/stirner-y-la-destruccion-de-lo-
sacro.html


Stirner e la distruzione del sacro


da Capi Vidal

Stirner, nella sua opera principale "L'unico e la sua proprietà", critica Feuerbach e la considerazione di cambiare Dio per la presunta divinità immanente nell'uomo. Per egli sarebbe un altro modo per noi stessi alla ricerca di una essenza divina dentro di noi che non troverà mai. Prima di Nietzsche, Stirner cercava di distruggere l'intero edificio cristiano, il quale è visto come un'ideale che attira il regno della terra. Feuerbach vuole uccidere Dio sì, ma per portarci l'uomo con la lettera maiuscola (anche se dobbiamo ricordare che tutti i sostantivi sono scritti in maiuscolo nella lingua tedesco, quindi è ambigua la traduzione in castigliano), come un grande ideale o astrazione. Per Stirner, l' "essenza suprema" che Feuerbach desidera far prendere il volo e portare sulla terra, continua ad essere una sostanza, e non la realtà concreta del singolo. La sostanza, che Stirner chiama anche Spirito, è molto diversa dall'io. Lo Spirito è un mondo illusorio, il mondo delle idee, del sacro, e che questo "altro sacro" sia tanto umano quanto lo si desidera, incluso l'uomo stesso, e non rappresenta [nessuna] differenza per Stirner. L'egoista di Stirner non riesce a trovare nessun essere superiore, sia nel cielo sia sulla terra, e se si cerca di fare una cosa del genere, si realizza la negazione del proprio sé; anche quelli che possono essere chiamati "egoisti involontari", che non riconoscono che lo stesso è il suo creatore e la sua creazione, ed è incapace di vedere quello che pensa uno straniero, in quanto è il suo proprio "sé superiore". Il sacro è qualcosa di estraneo all'io (l'individuo), e per questo Stirner non può concepire l'idea assurda di Dio, adottata nel suo tempo in altra forma più popolare ed attraente (come è l' "umanità", "tutti gli uomini", ecc .). Quello che si pretende bandire, in realtà, è ogni idea del sacro, di un essere supremo, che assume la forma [desiderata dagli uomini]; anche gli atei hanno ricevuto feroci critiche di Stirner nello sforzo di dimostrare la non esistenza di Dio e il loro continuo cambiare idea, come l'Uomo, che sta diventando il nuovo essere supremo.

La dipendenza di "qualcosa di superiore", che è molto diffusa nel mondo, è estremamente dannoso; anche Stirner si è permesso di segnalare l'ossessione idealista come una patologia psichiatrica. Si tratta di essere schiavizzati da un'idea fissa (verità religiosa, la maestà, la virtù, la legalità...), senza mai sottomettersi al bisturi della critica. Questa idea ossessiva è, per Stirner, la vera sacralità, che deve essere distrutta. I credenti, i dogmatici, anche se staccati dall'idea di Dio e sono presentati come illustrati, sono profondamente intolleranti. Quegli eresie contro le vecchie credenze sono i benvenuti nella nuova era, mentre le nuove nuove eresie contro le nuove credenze, vengono perseguitati. Stirner segnala la morale come fonte del nuovo dogmatismo e attacca Proudhon, asserendo la seguente dichiarazione:
"Gli uomini sono destinati a vivere senza religione, ma la morale è eterna e assoluta."
E' curioso che due pensatori così diversi, anche opposti in molti aspetti, sono rivendicati dalla tradizione anarchica; a mio modo di vedere le cose, una cosa del genere mostra l'opposizione di idee anarchiche al dogma, all'assolutismo, quindi è assicurata la sua rivitalizzazione e attualità in corso. In risposta a Stirner, la morale è qualcosa di insita negli esseri umani, quindi si tratta di dare un contenuto concreto veramente umano, che egli considera parte dell'individuo, ma che trova la sua contrapposizione nel sociale; il vero nemico è il sacro, l'essere supremo nel nome del quale si impongono tante cose si mantengono molte aberrazioni. Stirner, qualcosa che lo rende un pensatore della modernità (o postmodernità), crede certamente che è l'essenza, sia trascendentale o immanente, a schiavizzare gli esseri umani.

L'etimologia della parola religione allude alla corda, alla dipendenza, anche se Stirner ci ricorda tante volte il significato positivo come "libertà spirituale". Questa libertà dello spirito, delle idee, che appare in certe epoche, non sarà più il monopolio della fede religiosa, ma assume nuove forme con l'intelligenza, la ragione o il pensiero in generale. Per Stirner, solo la coscienza egoista è in grado di vedere i mali di questa spiritualità radiosa, di questo entusiasmo per gli ideali. In breve, l'ateismo vero per Stirner negherebbe non solo Dio, ma qualunque idea sacralizzata che hanno a che fare nel nome della vera realtà e del vero valore: l'individuo. L'io, l' "unico", è singolare e irripetibile, l'autentica misura di tutte le cose, per la quale non può essere schiavo di qualunque idea astratta. L'unico fonde la sua causa su se stesso, ma è anche capace di amare gli altri uomini, non per imposizione, ma perchè ti rende veramente felice. Il pensiero di Stirner è così devastante quanto spettacolare, è talmente anti-esistenzialista e anti-autoritario, tanto contrario a tutto l'idealismo e a tutta la metafisica, che dà l'impressione che essi possono soddisfarre tanto quanto incomodare, non lasciando nessun lettore indifferente. Paradossalmente, ci sono quelli che vedono in Stirner un liberale estremo, quando si può facilmente verificare che tutta la sua opera è piena di attacchi ai liberali e allo Stato. Infatti, lo Stato è quello che sostituisce Dio o l'Essere Supremo o l'idea fissa, secondo Stirner. Non sorprende che coloro che lo sostengono e continuano a farlo, in realtà, sono gli anarchici, per il carattere antisociale che sembra dare la proposta stirneriana (e solo essa, forse, da una visione molto superficiale).
(tradotto da NexusCo)

http://ienaridensnexus.blogspot.com/2012/04/stirner-e-la-distruzione-del-sacro.html

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