Los muertos no saben cómo se hace
la Historia. La riegan con su sangre y nunca se enteran de lo que sigue a
su muerte. No conocen su sacrificio y esta ignorancia los embellece aun
más. Los primeros cristianos sabían por qué se sacrificaban. Iban al
martirio con conocimiento de causa. ¿Pero cómo pretender hoy que alguien
quiera sacrificarse cuando sólo se cree en el buen sentido, en el buen
sentido más simple? ?Quién ha pretendido jamás que la injusticia deba
hacer buenas migas con la justicia, la pobreza con la riqueza, la paz
con la guerra? Y aunque nadie se haya arriesgado jamás a ello, muchos
son los que, día a día, con sus actos y sus palabras parecen
sostenerlo.
Vassilis Vassilikos, “Z”.
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