Resumen del primer día de las jornadas.
Transcribimos a continuación una
selección de las intervenciones en la mesa redonda "Memoria de la Cárcel
de Ventas", que tuvo lugar el pasado 9 de marzo, organizadas por la
asamblea popular del 15M Plaza Dalí como primera actividad de las
jornadas.
Justa Montero, activista feminista, presenta el acto.
Creo que estábamos y estamos en deuda
con todas las mujeres que, en concreto, estuvieron en la cárcel de
Ventas por haber luchado y defendido la libertad en una época durísima,
que sufrieron la represión y la falta de libertad absoluta. Mujeres que
el franquismo no sólo reprimió sino que el franquismo y una transición
silenciada las olvidó durante mucho tiempo. Por eso, nos gustaría que la
sala y la mesa estuvieran repletas de mujeres que vivieron esa época.
Pero muchas mujeres, por desgracia, ya no están, no les podemos rendir
ese homenaje necesario pero en la medida que podamos se lo rendimos a
todos sus familiares y a todas las mujeres que estuvieron ahí y hoy ya
no nos pueden acompañar. Creo también que hay que felicitar realmente a
la asamblea popular del 15M del barrio porque recuperar la memoria
histórica, en general, y en particular la de las mujeres -recordad que
este acto también está enmarcado en la celebración del 8 de marzo- es
fundamental no solamente por ese homenaje necesario y tan justo para
esas mujeres sino también para mirar nuestro presente y nuestro futuro. Y
de ahí la importancia de que sea precisamente una asamblea del 15M,
porque es fundamental para nuestro futuro ajustar las cuentas, exigir
justicia para todas aquellas luchadoras antifranquistas por la libertad y
la autonomía. Si no, no sabemos de dónde venimos, no sabemos quiénes
están detrás de estas luchas y de quiénes somos también herederos.
Luis Garrido, vecino del barrio octogenario, cuenta sus recuerdos.
Estábamos viendo un edificio
extraordinario, bonito, blanco. Mi mejor recuerdo de él es que tenía un
campo de fútbol en el que jugábamos los niños y las compañeras de las
que se ha estado hablando aquí se asomaban a la valla y nos veían jugar,
incluso nos decían cosas y hablábamos con ellas. (…) Yo he presenciado a
unas mujeres jóvenes vestidas de color azul, con algunos adornos
colorados en forma de flecha por aquí puestos, que se ponían en la
esquina de [la calle] Rufino Blanco con Marqués de Mondéjar y a todo el
que veían que venía con un paquete debajo del brazo nos decían: “Ya sé
que vas a llevar un paquete a un familiar que tienes ahí en la cárcel
pero dánoslo a nosotras, que se lo llevaremos mucho más fácilmente que
si vas tú y te tienes que poner a la cola.” Y aquellos paquetes pues ya
saben ustedes o se figuran a dónde iban a parar. Desde luego a las
presas que estaban dentro no les llegaba. Porque se volvían a poner, y
nadie les decía nada.
Fernando Hernández, historiador y autor
de Mujeres encarceladas en la prisión de Ventas: de la República al
franquismo, 1931-1941, presenta a Isabel Blas.
A Isabel Blas yo la conocí mientras
hacía el libro porque su madre y su tía estuvieron [presas] en Ventas;
su tía falleció en la cárcel. Solamente comentaros a las jóvenes
licenciadas que el hecho de tener un título que ponga licenciada y no
licenciado se debe a la campaña que hizo Isabel, con asociaciones
feministas, a principios de los 90.
Isabel Blas cuenta la historia de su tía, presa en Ventas.
Yo puedo contar lo que, a través de su
expediente carcelario y de libros donde ha salido escrito, sucedió con
mi tía, una hermana de mi padre. Desde el año 39 al año 45, que ella
estuvo en la cárcel, Mercedes Núñez en su libro La cárcel de Ventas
recoge que la volvieron loca, que murió absolutamente ciega y
enloquecida de las palizas que le daban cuando la sacaban de la cárcel y
la cogían un grupo de falangistas pretendiendo que diera los nombres de
sus compañeras y compañeros socialistas. Ella había sido enfermera,
había estado en el frente, pero la metieron del 39 al 45. Cuando se
portaba mal, como ellos decían, la trasladaban de cárcel. Ella estuvo
primero en Ventas, después la trasladaron a Amorebieta, después a (…),
luego la trasladaron a Málaga y de nuevo a Ventas, a Madrid. En Madrid
el proceso era -los expedientes lo dicen muy claramente- que la sacan,
le dan una especie de libertad condicional o dios sabe qué pero ella
solamente va a las comisarias, a los lugares donde hay grupos de
falangistas que se dedican a torturarla y luego la regresan a la cárcel.
Cuando la regresan a la cárcel, os podéis imaginar... A mi madre, que
en ese momento ya estaba fuera de la cárcel, la dejaron ir a verla y lo
que mi madre me ha contado es que, desde la punta del pelo a la punta de
los pies, su cuerpo era absolutamente negro de las palizas que le
habían dado.
Murió con 29 años. Se llamaba Nicolasa y era mi tía. Su muerte se
disfrazó como que había sido de un posoperatorio. A ella nunca la
operaron de nada pero su expediente dice así, que ha muerto de una
operación de estómago. Además del espacio de los hombres y mujeres que
han muerto fusilados y están en las cunetas, hay otro grupo que es en el
que está mi tía: es decir, ni ha muerto fusilada ni ha estado en la
cuneta; ha muerto de palizas y ha muerto torturada. Así que agradezco a
Tomás Montero que haya puesto su fotografía en esa pancarta que aparece
siempre que se sale a reivindicar y denunciar la impunidad del
franquismo; que se incluya su fotografía formando parte de esas personas
que no murió fusilada, no está en la cuneta, pero que a los 29 años dio
su vida -no nos olvidemos- por un país democrático, legal y con una
república votada en las urnas, que era lo que era este país entonces, y
que yo creo que algún día volveremos a ser. Viva la República.
Ángeles Egido León, historiadora, interviene
Antes se ha preguntado sobre las
estrategias de supervivencia que las mujeres desarrollaban en las
cárceles y yo creo que desarrollaron una fundamental. El sistema
penitenciario del franquismo, toda la represión, como bien se ha
explicado, estaba basada en intentar someter, en intentar denegar, en
intentar borrar todo lo que había significado la República, y muy
especialmente para las mujeres. Se trataba de que volviesen a ser
esposas y madres, fundamentalmente, y que no tuviesen nada que ver con
la vida política ni con la implicación en la sociedad. Se trataba de
relegarlas a un papel secundario. Entonces estas mujeres como María
Salvo, como Manolita del Arco, que fue la mujer que más tiempo estuvo en
las cárceles de Franco, estuvo casi 20 años ininterrumpidos,
desarrollaron una estrategia que se basó, fundamentalmente, en su
dignidad, en mantener su dignidad; en conseguir demostrar que no las
doblegaban, ni políticamente ni humanamente ni socialmente.
Sobrevivieron en la cárcel muchos años: María Salvo creo recordar que
estuvo 16; Nieves Torres, que todavía vive pero desgraciadamente tiene
Alzheimer, también estuvo 16 y todas ellas, cuando salieron de la cárcel
y a pesar de haber estado tantos años, siguieron siendo militantes,
siguieron siendo socialistas, siguieron siendo comunistas y siguieren
creyendo en los mismos ideales por los que las habían encarcelado.
Luis Garrido, vecino del barrio y octogenario, recuerda a las mujeres de los presos
Estamos hablando de las mujeres, pero
nos estamos refiriendo a las presas y olvidandootras, a las que yo
quiero rendir también un homenaje. Mi madre. Mi madre, las mujeres de
los presos. Les cortaron el pelo, les pasearon en un carro y les
hicieron tales barbaridades que sufrieron muchísimo y fueron heroínas.
Se quedaron con su pelo cortado, se quedaron con el paseo que les dieron
por el pueblo, se quedaron viendo a su hijo, que lo desnudaron para ver
si tenía rabo porque los rojos tenían rabo, y siguió viviendo. Siguió
viviendo y -aquellos que la hayan conocido- siguió fregando escaleras,
haciendo lo que tenía que hacer, haciendo lo que fuera por sacar a sus
hijos adelante. Les cortaron el pelo igual que si estuviesen presas.
Esas mujeres también son mujeres trabajadoras a las que hay que rendir
un homenaje.
La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas. Segunda parte.
Comisión de Igualdad de Género de la
Asamblea Popular Plaza Dalí
Transcripción de algunas de la intervenciones en la mesa redonda
"Memoria de las mujeres presas" del pasado 10 de marzo, en el contexto
de las jornadas con motivo del día internacional de las mujeres
organizadas por la asamblea popular de la Plaza de Dalí.
Fernando Hernández, historiador especialista en la cárcel de Ventas
Fundamentos de las cárceles de mujeres
Estamos hablando de las características que vemos en unas fotografías
que son de principios del [siglo] XX pero que se remontan a siglos
anteriores. Aquí recordaría, por ejemplo, la primitiva Galera, de
Valladolid, que es el primer modelo de encarcelamiento femenino, que se
remonta a principios del siglo XVII, diseñado por una monja, por sor
Magdalena de San Jerónimo. Ella insistía en “la casa bien cerrada”, es
decir, frente a las galeras como medio de punición, de castigo, en el
caso de los hombres, condenados a remar a galeras, a servir al rey en
las galeras, frente a esta imagen estaban las galeras como castigo para
las mujeres. Y hablaba sor Magdalena de “casa bien cerrada”; es decir,
el rigor del encierro era esencial. La punición se contemplaba en un
espacio cerrado.
Otra de las característica que ya adelantaba era la cuestión de las
labores propias de su sexo. Era la disciplina constante del trabajo
enfrentada al ocio como fuente de todo pecado y aquí citaré unos versos,
unos fragmentos del doctor Pérez de Herrera, otro de los diseñadores
del sistema de galeras que decía lo siguiente: “Con los ojos en las
manos / y ocupadas en labores / tendrán costumbres mejores”. Esto hace
referencia a eso que comentaba, a la disciplina intensa de trabajo.
Y por último, la religión como elemento
de corrección y moralización del comportamiento. Había una especie de
fusión entre el castigo y un propósito de corrección y de disciplina del
alma, no solamente del cuerpo. Fijaos que estamos hablando -a partir de
esta fotografía en la que vemos estos elementos- de una rutina
punitiva, es decir, de un modelo rutinario durante décadas. Esta rutina
punitiva se asentó en el régimen liberal en el último tercio del siglo
XIX.
Creo que es interesante recordar todos
estos antecedentes. Yo me he centrado sobre todo en la prisión
franquista pero me he dado cuenta de que ese modelo de la prisión
franquista era heredero de una serie de realidades y de prácticas
punitivas muy antiguas. Creo que es esencial para entender el
funcionamiento de la cárcel franquista identificar esos antecedentes.
Ejecuciones de mujeres Recordaros
también una cifra que ya comenté ayer: las presas de Ventas que fueron
ejecutadas. Digamos que el horror franquista, la represión, o lo más
feroz de la represión franquista no se ahorró a las mujeres. Mucha gente
ha podido pensar, hasta hace poco tiempo, que estaban exentas de
determinados castigos, como ejecuciones masivas, etc. En el caso de
Ventas, tenemos la contabilidad exacta de las mujeres que fueron
ejecutadas entre el 39 y el 43 y fueron 84 mujeres, que es muchísimo.
Sólo de la cárcel y en la tapia del cementerio del Este, de un total de
más de 2.600 ejecutados.
Confusión entre moral y política Otra de las característica de este
encarcelamiento, de este proceso de detención al que se enfrentaban las
mujeres era la confusión entre moral y política. Si analizamos los
expedientes de detención, los expedientes carcelarios o la propia
documentación de los procesos judiciales, veremos que hay un gran
interés por parte de las autoridades a la hora de inculpar a una
determinada mujer, a parte de su sindicación, su afiliación política,
hay un gran interés a la hora de investigar la conducta sexual y privada
de estas mujeres. Es decir, si eran muy promiscuas, poco promiscuas,
los casos de lesbianismo, etc. Esta confusión entre delitos morales y
delitos políticos tiene comparativamente una mayor presencia en el caso
de las mujeresnque en el caso de los hombres.
Luchas: cárcel Trinidad Barcelona Voy a
citaros el ejemplo de la cárcel de la Trinidad, en Barcelona que se
abrió en el año 63 y se cerró a principios de los 80 o... Pero lo
llamativo es que, en el año 63, quienes fueron encargadas del gobierno,
de la gestión de esa cárcel, fue una orden que se llamaba las Cruzadas
Evangélicas y eran una orden de monjas seglares creada en el año 37, en
plena guerra. Era una institución de señoritas especializadas en la
rehabilitación de mujeres delincuentes o prostitutas y fueron las que
desarrollaron esas tareas de carceleras del 63 al 78. Salieron en el año
78 tras una presión popular y mediática tremenda, donde llevaron la voz
cantante los colectivos feministas y ya en las primeras jornadas de la
dona, las que se celebraron en Barcelona en el año 76, uno de los puntos
era la salida de las Cruzadas y la solidaridad con las mujeres presas,
en relación con las denuncias que se habían recogido en el interior.
Isabel Pérez, miembro de la Asociación La Comuna: Presos y Presas del franquismo
La dictadura y la represión duraron 40
años En primer lugar quería centrar un poco cuál era el contexto de
estos años del franquismo y decir que en el estado español la posguerra
duró hasta la muerte de Franco. Lo que queremos decir con esto es que la
dictadura duró 40 años y duró 40 años, no perdió en ningún momento el
carácter represivo. Durante los años 70 en España se produjeron muchos
acontecimientos, acontecimientos en los que se vio implicada mucha parte
de la población. En el 70 fue el juicio de Burgos que, os recuerdo, en
este juicio se juzgaba a dieciséis presos de ETA a los que a seis de
ellos se les pedía pena de muerte. En el 73 tuvo lugar también el
proceso 1001 donde se juzgaba a toda la dirección de Comisiones Obreras
-la mayoría pertenecientes al PC- y que se les pedía muchísimos años de
prisión, también. El juicio se celebró el que fue el día del atentado de
Carrero Blanco. Todos estos procesos y las acciones de represión
generaron muchas acciones de protesta que eran organizadas por numerosos
grupos antifranquistas que surgieron. (…)
Durante este tiempo se produjeron también varios estados de excepción.
Los estados de excepción suspendían las garantías de ciudadanía, las
pocas garantías que había, y se podía actuar con mano libre en cualquier
acción represiva. (...) En el año 75, que es el año de la muerte del
dictador, que se muere en la cama, como sabéis, se producen y se
ejecutan las sentencias de muerte de dos militantes de ETA y tres
militantes del FRAP. Quiero decir que hasta el último día, hasta casi
morirse, Franco firmó sentencias de muerte. Para entonces las cárceles
estaban llenas, tanto las de hombres como las de mujeres.
Censura en la cárcel La censura en la
cárcel era absoluta, por lo tanto los testimonios de la gente que
entraba eran importantísimos. La censura no la ejercía sólo la dirección
de la cárcel con el recorte de periódicos o la lectura de cartas. Por
ejemplo, la censura de libros correspondía al cura de la cárcel y yo
creo que, aunque era tarea de las funcionarias, también participaba en
la lectura de las cartas. Todas las cartas se leían. Tanto las que
entraban como las que salían.
La vida y la lucha en la cárcel La
rutina de la cárcel por parte nuestra, por parte de las mujeres, era una
rutina muy trabajada. Éramos conscientes de que teníamos que ocupar el
tiempo de la manera más útil posible. Por un lado teníamos la cuestión
económica: en qué manera podíamos contribuir nosotras a la lucha de
fuera y esto lo hacíamos en los talleres, haciendo punto, bufandas,
guantes; hacíamos cerámica, hacíamos estaño; hacíamos un montón de cosas
que luego los familiares se encargaban de vender y eso generaba unos
ingresos.
Estos ingresos los usábamos bien para
sacar [a alguien] o para cuando alguna mujer era liberada, que pudiera
sacar algo de dinero.
Cuidábamos mucho el aspecto educativo y político. Como, en el caso de
Yeserías, era una cárcel preventiva, no se nos permitió, pese a que era
una solicitud que se hacía repetidamente, realizar ningún tipo de
estudios, y eso que había gente que se pasaba allí más de un año y más
de dos. Entonces, por nuestra parte, lo que hacíamos era programar
seminarios y reuniones temáticas porque considerábamos que era
importante dotarse de argumentos teóricos y en la calle, en la lucha,
era imposible dedicar el tiempo necesario. Y luego teníamos una muy
buena biblioteca, gracias a la ignorancia del cura con el tema de los
títulos y que estaba obsesionado en arrancar las hojas en las que se
dedicaban los libros y cosas así, o que nombraban ciertos conceptos más
del catolicismo. Pues contábamos con una biblioteca francamente buena,
incluso con libros de los que era difícil encontrar en la calle.
Trabajábamos también los temas de
convivencia, que se llevaban bastante tiempo. Por una parte el hecho de
que convivieran diferentes tendencias, que muchas veces teníamos
nuestros problemas y, por otro, el apoyo a lo que ocurría en la calle en
cada momento. Es decir, se hacían acciones de protesta, a veces se
llegaba a la huelga de hambre. Todas estas acciones eran contestadas por
los miembros de la cárcel, en muchos casos con el paso por las celdas
de castigo.
De todas maneras yo sí quiero hacer
hincapié, en base a mí experiencia, en que el grupo de políticas
teníamos bastante autoridad moral dentro de la cárcel, es decir, que no
se podía hacer cualquier acción o una humillación contra una presa
política porque eso tenía una contestación inmediata y, de hecho,
gozábamos de respeto obligado por parte de la dirección y por parte de
muchas funcionarias.
Por otra parte las mujeres éramos
conscientes de que nos teníamos que organizar por nuestra cuenta y nos
teníamos que valer por nosotras mismas porque teníamos la percepción,
que yo creo que se correspondía con la realidad, de que la represión de
las mujeres era menos llamativa que la de los hombres. Nuestras cárceles
eran menos conocidas. Me alegra saber que ahora hay un montón de
estudios sobre el tema de las mujeres pero ahora y, además, desde hace
poco tiempo.
Concepto de víctima Como representante
de La Comuna no quiero dejar de hablar del concepto de víctima. Nosotros
no nos consideramos víctimas. Somos víctimas pero no en el sentido en
que se suele asociar la palabra. Nosotras luchábamos por la libertad,
por la justicia, por una vida mejor para todos, sobre todo para los que
no tenían ninguna posibilidad en el régimen fascista y capitalista. No
somos esas pobres víctimas. Éramos conscientes de por lo que luchábamos,
de lo que queríamos conseguir y de lo que dejábamos a un lado. Somos
esa generación que en los años 60 se enfrentó a la dictadura y sufrió
por eso todo tipo de represión: la tortura, la cárcel, el exilio, que
vio morir a alguna de sus compañeras y compañeros a manos del régimen.
Somos responsables, también, de recuperar esa memoria y nuestro
objetivo, como La Comuna, es también recuperar una parte de la historia
reciente de nuestro país. Impedir que se falsifique y se perpetúe una
tiranía de la que nosotras fuimos víctimas directas. La amnistía, que
fue la reivindicación política central de las etapas finales de la lucha
en el franquismo, se convirtió en una auténtica ley de punto final para
que los crímenes cometidos durante 40 años fueran también amnistiados.
Vamos, que es una ley de amnistía como no se ha visto en ningún sitio. Y
esa misma ley es la coartada que esgrime el sistema judicial español en
su defensa cerril de la impunidad del franquismo.
24 de marzo de 2012 La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas.
http://info.nodo50.org/La-Carcel-de...,4551.html
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