El
Gobierno ha comprado 15 millones de euros en gas lacrimógeno, fumígenos
y otros instrumentos represivos a la empresa Falken, de la familia
Bardisa Jordá
“Nosotros
somos policías y tenemos una serie de herramientas, como un carpintero
tiene un martillo o como un pintor tiene un pincel”, explicaba un
antidisturbios en un programa emitido recientemente en televisión. En la
pasada jornada de huelga se pudo ver cómo las fuerzas del orden sacaron
a la calle muchas de estas herramientas en Barcelona. Gas lacrimógeno y
pelotas de goma fueron utilizados contra miles de manifestantes en
plaza Catalunya, una dinámica que tiene pinta de volverse habitual a la
vista de la criminalización que el Gobierno está haciendo de los
movimientos sociales. A pesar de que ya hay una víctima mortal causada
por balas de goma y sobrepasa la veintena las personas que han perdido
un ojo por su uso en el Estado, y de que otras armas también denominadas
“menos letales”, como las pistolas Taser o el gas pimienta, son
calificadas por Amnistía Internacional como herramientas de tortura, las
fuerzas de seguridad las tienen entre su equipo, en muchas ocasiones
como dotación básica.
SPRAY. Una
de estas armas “menos letales” es el spray de autodefensa, un aerosol
formado a partir de la capsaicina, compuesto que produce espasmos,
irritación de la piel y dificultad para respirar durante un tiempo
promedio de media hora, y que en España contiene también un 5% de gas
lacrimógeno CS. Este aerosol, que se
ha relacionado con la muerte de al menos 61 personas en EE UU, es parte
del equipo básico de las policías locales de Baleares, Canarias y
Comunidad Valenciana. También es dotación complementaria en
varios municipios de Extremadura, Cantabria y Galicia, como Ferrol,
donde a finales de enero fue utilizado en una protesta de astilleros. En
junio de 2011, el Ministerio de Interior sacó a licitación una compra
de sprays de defensa personal por un importe de 97.000 euros para
reponer los 105.000 euros en spray que compró en 2005. Aunque en la
mayoría de los países europeos su uso está limitado a la policía, en
España cualquier ciudadano mayor de edad puede comprar este tóxico por
un módico precio que va de los diez a los 20 euros.
PISTOLAS ELÉCTRICAS. El
Taser, una pistola que dispara cargas eléctricas paralizantes, despertó
la alarma social hace varios años, después de que Amnistía
Internacional cifrara en medio millar los muertos por su causa sólo en
Estados Unidos. Esta pistola eléctrica, que parece un artículo de
juguete, sigue siendo utilizada por la Guardia Civil, Mossos d’Esquadra, Policía Nacional y policías locales.
Aunque no hay información en el BOE sobre las compras de estas pistolas
eléctricas, ya que Soler i Associats, distribuidora oficial del Taser,
tiene un contrato de confidencialidad con el Gobierno, en su página web
se puede ver que cada una de estas ‘pistolitas’ cuesta de 550 a 3.200
euros. Su uso está especialmente extendido en Canarias, Cataluña,
Comunidad Valenciana y Canarias.
PORRAS EXTENSIBLES. El
Departamento de Interior vasco restringió en 2005 a la Ertzaintza el
uso de las defensas o porras extensibles “dada su potencial
peligrosidad”. De hecho, pocos meses después, en julio de 2005, un
hombre murió en una comisaría de Roquetas de Mar (Almería) tras ser
golpeado con este tipo de porras por agentes de la Policía Local. Aún
así, su uso sigue siendo habitual por parte de la Guardia Civil de
Tráfico, que ese mismo mes adquirió 3.000 de estas armas, y por los
Mossos d’Esquadra, a los que la Generalitat dotó en 2010 con 11.000
porras extensibles metálicas por las que pagó más de 370.000 euros a
Usis Guirao, una empresa catalana que igual vende productos de
electrónica que armas y uniformes. Canarias y Levante son los que más
han apostado por este tipo de armas tachadas de “menos letales”, pero
otras policías locales también las cuentan entre su equipo. En Madrid,
la policía local recibe como dotación la defensa extensible, y en la
normativa de la Comunidad Valenciana se especifica el uso de la
extensible metálica, prohibida en Canarias y otras comunidades. La ASP,
que es la porra extensible más común en manos de los cuerpos de
seguridad, la distribuye en España Soler i Associats, misma empresa que
comercializa el Taser, y su precio ronda los cien euros.
GASES LACRIMÓGENOS. Como en Grecia, Egipto y Bahrein, donde se cuentan varias decenas de muertes por su uso, los
cuerpos de seguridad españoles han vuelto a utilizar, por primera vez
en 16 años, el gas lacrimógeno para reprimir manifestaciones.
Para ello ya se prepararon en diciembre de 2011 con una compra de este
gas por cerca de un millón de euros a la empresa Falken, una de las
niñas bonitas del gobierno para la compra de esta “herramienta”. El gas
lacrimógeno utilizado en España es el CS, clasificado como “no letal” a
pesar de causar un severo daño en pulmones, corazón e hígado. Eso sí, en
espacios cerrados sí se ha señalado su carácter letal. Falken, empresa
de la familia de Ismael Bardisa Jordá, diputado del PP por Madrid desde
1996 hasta 2008 y actualmente miembro del Consejo Consultivo de la
Comunidad de Madrid, ha sido adjudicataria de hasta 46 contratos
públicos para proveer al Gobierno español de gas lacrimógeno y fumígenos
especialmente, pero también de grilletes, máscaras anti-gas o balas de
goma. Muchos de estos contratos fueron por procedimiento negociado y sin
publicidad. En estos 17 años, Falken ha recibido más de 15 millones de
euros del erario público.
BALAS DE GOMA. Las balas de goma se utilizan en España desde los ‘70 y, a pesar de que desde entonces han provocado que una veintena de personas perdieran un ojo y la muerte de Iñigo Cabacas el 29 de marzo,
el Gobierno español sigue optando por su uso. Desde 2008 está abierto a
licitación un contrato público para proveer de bolas de caucho a la
Guardia Civil por un importe inicial de 86.000 euros,menos de los
114.000 que se gastó en 2005 en este tipo de munición, pero mucho más
del importe que se destinó en los 90’, década en la que se adjudicaron
dos contratos por 53.900 y 27.000 euros. Mientras, las policías
autonómicas afirman que van a empezar a relevar su uso por el de los
lanzadores BT y las balas de foam, que comenzaron a adquirir el año
pasado, cómo no, a Soler i Associats. La alternativa tampoco está libre
de polémica, ya que entre sus efectos está la inhibición muscular
temporal y hasta 45 días con dolores en la zona, y ya se ha alertado de
su peligrosidad a distancias menores de 25 metros.
“MENOS LETALES”
Alto gasto en munición
600 Taser en manos de las fuerzas de seguridad
Hasta
junio del año pasado, la empresa catalana Soler i Associats,
distribuidora oficial del Taser en España, había vendido 600 de estas
pistolas al Ministerio de Interior y Defensa. Cada una de ellas tiene un
precio que va de los 550 a los 3.200 euros.
Pelotazos de goma a 90 céntimos la unidad
Desde
1998, el Gobierno se ha gastado más de 195.000 euros en balas de goma, y
hay anunciado un concurso público con un presupuesto inicial de 86.000
para adquirir 100.000 balas más. Cada una de las balas de goma que el
Gobierno va a adquirir costará cerca de 90 céntimos, casi el doble que
en los ‘90.
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