El
siguiente texto lo extraje de un panfleto que encontré en Madrid,
durante el Encuentro del libro anarquista del pasado mes de Diciembre.
No obstante, es original de un panfleto repartido en el marco de las
movilizaciones realizadas en Francia contra la reforma regresiva del
sistema de pensiones de jubilación.
En
él se hace, a través del prisma de la lucha contra la reforma de las
pensiones y contra el resto de ajustes y recortes del capitalismo, una
reflexión sobre cómo situaciones como éstas encuentran su origen en la
obsesión progresista defendida desde los distintos sectores de la
izquierda y en el modelo de sociedad industrial que padecemos, que no es
cuestionado en absoluto por esos movimientos obreristas salvo contadas
excepciones (como por ejemplo la nueva izquierda surgida en los '60 que
junto a movimientos anti-arte como el situacionismo sí promovieron una
crítica radical de la sociedad capitalista). Una sociedad enferma, llena
de pseudo-necesidades que la publicidad nos lleva a codiciar, que
compramos como idiotas financiando nuestra muerte en vida día tras día, y
que han sido creadas para mantenernos alienadxs y atadxs a un salario
(y por tanto a un trabajo miserable e insatisfactorio). Una sociedad
suicida cuya supervivencia depende de una mayor explotación a
trabajadorxs y animales no-humanxs, de una precarización constante y
exponencial del nivel de vida, de un saqueo cada vez más insostenible
del medio ambiente y de la consagración de nuestras vidas a la
servidumbre total respecto a las estructuras que más beneficios prometen
a lxs poderosxs pero que más desastres, miserias y mediocridad nos
garantizan a lxs demás mortales.
Por
éso, organicémonos para negarnos a seguir alimentando el engranaje que
tritura nuestras ilusiones y nos somete a la voluntad de las máquinas y
de lxs explotadorxs. Suspendamos las relaciones mercantiles y sociales
impuestas y sustituyamos sus espacios vacíos por cooperación,
solidaridad, apoyo mutuo y revuelta.
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Terminando con la sociedad industrial y las ilusiones de la izquierda.
Millones
de personas en las calles. Llamamientos a la huelga indefinida. Puertos
bloqueados desde hace dos semanas. Refinerías en huelga anunciando una
próxima escasez de carburante. Miles de estudiantes de enseñanza media
paralizando sus liceos. El cabreo se generaliza y el movimiento contra
la reforma de las jubilaciones toma cada vez más fuerza. Por todas
partes se extiende la sensación de que nos estamos jugando algo
decisivo. Nosotrxs formamos parte de este movimiento y nos solidarizamos
con las personas que luchan contra la reforma de la jubilación y la
explotación en general. Es legítimo que las personas que han trabajado
toda su vida se nieguen a reengancharse por dos años suplementarios.
Este rechazo está tanto más justificado cuando el reparto de la riqueza
que unxs pocxs poseen podría permitir a todxs tener una vida y una
jubilación decentes.
Por
otro lado, una gran parte del discurso que esgrime la izquierda y lxs
opositorxs a la reforma nos parece en el mejor de los casos un callejón
sin salida, y en el peor claramente peligroso. En efecto, no hay lucha
posible contra la reforma de la jubilación si no se rechaza la
robotización de nuestras vidas, y si no se sale del dogma del
crecimiento y del empleo a toda costa. Solamente teniendo en cuenta
estas críticas puede emerger un movimiento con verdaderas perspectivas.
Cuando los robots hacen que lo humano sea inútil…
Desde
hace varias décadas, las máquinas y los ordenadores han ido suprimiendo
cada vez más el trabajo humano. Gracias al progreso de la ciencia y la
tecnología, y sobre todo a la aportación de los laboratorios del INRIA
(Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática) en el
CEA-Minatec de Grenoble[1], o de STMicroelectronics e IBM, la
acumulación de capital requiere la explotación de un número mucho menor
de seres humanxs que antes. Aparte de ser más productivos, los robots
tienen la inmensa ventaja de que no hacen huelgas, y tampoco necesitan
jubilarse. Para que todxs nos enteremos, la exposición que ha organizado
hasta el 31 de diciembre el Musée Dauphinois de Grenoble a la mayor
gloria de Vaucanson[2] y el/la humanx artificial, plantea justamente la
pregunta de “¿Por qué hace falta reemplazar a lxs humanxs por las
máquinas?”.
El
capitalismo no puede crear suficientes empleos para todxs. Después de
lxs obrerxs y de lxs empleadxs de correos, de tren, de comercio o de los
bancos, ahora le ha llegado el turno a lxs profesorxs de convertirse en
obsoletxs. También la escuela será digital, para mayor beneficio de
las multinacionales de la informática y mayor desgracia de la educación y
de la salud mental de lxs niñxs. Ni siquiera en los servicios
personales lxs hombres/mujeres se libran de ser sustituidxs por robots.
En Isère, el programa Empatic ofrece a lxs ancianxs un sistema de
videovigilancia: gracias a los sensores electrónicos ya no es necesaria
la presencia humana. ¡Viva la jubilación!
…hacerse explotar se convierte en un “privilegio”
Es
evidente que los robots nos están reemplazando. El problema es que
seguimos estando más o menos obligadxs a trabajar. Sin trabajo, no hay
salarios, y la nevera se vacía. Todxs lxs humanos desechadxs por las
máquinas no habrán cotizado lo suficiente para poder jubilarse. Hemos
llegado por lo tanto al punto en que conseguir vender nuestra fuerza de
trabajo a una empresa ha llegado a ser un privilegio. ¿Pero qué tipo de
privilegio?, los empleos que todavía crea penosamente el capitalismo
están cada vez más vacíos y desconectados de nuestras necesidades
fundamentales, y lxs trabajadorxs han quedado reducidxs a no ser sino
lxs auxiliares de los ordenadores, meros engranajes dentro de la
maquinaria industrial. La productividad tiene que aumentar sin cesar, y
por lo tanto las personas que trabajan se ven obligadas a trabajar cada
vez más, y más rápido, y con mayor eficacia.
Excluidxs
e inútiles, o explotadxs y agobiadxs. Esto es a lo que hemos sido
reducidxs. No hay solución al problema de la jubilación o del paro sin
salir del capitalismo y de la sociedad industrial. ¿Cuánto tiempo creéis
que el sistema cargará con una mano de obra inútil?.
¡La solidaridad no se basa en el crecimiento!
Para
justificar la reforma de las pensiones, la derecha nos explica que “hay
menos trabajadorxs activxs y más personas inactivas, por lo que es
normal trabajar más tiempo para pagar la jubilación”, a lo que lxs
economistas de la izquierda y la extrema izquierda contestan que
“incluso con un crecimiento inferior al 2%, el Producto Interior Bruto
se doblará de aquí a 40 años, por lo que se podría dedicar una partida
presupuestaria más grande a la financiación de las pensiones, sin que
lxs asalariadxs tengan que hacer ningún esfuerzo suplementario”.
Para
la izquierda, el problema es pues simplemente un problema del reparto
de los frutos (podridos) del crecimiento. Como si las pensiones, y por
tanto la misma solidaridad humana, se basara tan sólo en el crecimiento
económico. Es absolutamente necesario terminar con la ideología del
crecimiento. Contar con que la producción se duplique de aquí a 40 años
es una aberración. Nuestro medio ambiente no sobreviviría a tal desastre
ecológico, por no hablar de la degradación de la vida en sociedad.
Porque producir más quiere decir producir cada vez más ordenadores,
televisiones de pantalla plana, teléfonos móviles y otros artilugios de
alta tecnología que embrutecen, individualizan y terminan por destruir
toda relación verdadera entre nosotrxs (¿cuántxs amigxs virtuales tenéis
en facebook?).
Hay oficios idiotas
El
segundo argumento de la izquierda contra la reforma de las jubilaciones
consiste en rechazar la prolongación del periodo de cotización porque
sería un freno al empleo juvenil. ¿Qué empleos?, ¿y a qué necesidades
responderían tales empleos?. Eso no tiene ninguna importancia porque lo
que cuenta es encontrarles un empleo. Es necesario salir de esta lógica
del empleo a toda costa, en primer lugar porque ya no hay trabajo para
todxs (véase más arriba), y después porque esto equivale a defender
empleos que perjudican al resto de la sociedad. Pero no hay por qué
avergonzarse de no tener “trabajo” en la forma en que lo entiende esta
sociedad, es decir, un trabajo que se hace sólo para ganar dinero, sin
ninguna preocupación por su contenido. Es mucho más digno no trabajar
antes que ser banquerx, militar, investigador/a de las nanotecnologías o
periodista de Daubé [3]. Sin embargo, no queremos pasar la vida sin
nada que hacer sino que queremos un trabajo libremente elegido,
enriquecedor y que consideremos útil. Por eso preferimos entonces hablar
en su lugar de actividad. Por eso preferimos entonces hablar en su
lugar de actividad
¿Por dónde empezamos?
En
un primer momento, hay que organizarse desde la base para conseguir la
retirada de la reforma. Desconfiar de los sindicatos que nos abandonarán
en cuanto tengan la ocasión, y de lxs socialdemócratas que no retirarán
la reforma si son elegidxs en 2012. Detener las movilizaciones
puntuales para construir un movimiento sólido y continuo. Paralizar los
centros económicos, científicos y políticos. Aprovechar estas luchas
para encontrarnos, discutir, intercambiar. Tomarnos el tiempo de
reflexionar y de construir solidaridades. Organizarnos para impedir toda
vuelta a la normalidad. Cerrar las fábricas y los laboratorios que nos
perjudican. Producir colectivamente todo lo que necesitamos para vivir,
sin recurrir a la maquinaria industrial.
Inutilizar este sistema que nos vuelve inútiles.
Grenoble, 12 de octubre de 2010
Grupo LIBELUDD (Libertarixs Ludditas).
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