A POLÍTICA es el arte de la separación. Ahí donde la vida ha perdido
su plenitud, donde el pensamiento y la acción de los individuos han sido
seccionados, catalogados y encerrados en esferas separadas, ahí empieza
la política. Habiendo alejado algunas actividades de los individuos (la
discusión, el conflicto, la toma de decisión colectiva, el acuerdo) a
una zona de sí que – avalada por su independencia– pretende gobernar a
todas las demas, la política es al mismo tiempo separación entre
separaciones y gestión jerárquica de la compartimentación. Se muestra
así como una especialización, obligada a transformar el problema en
suspenso de su propia función en el presupuesto necesario para resolver
todos los problemas. Es por eso precisamente que el papel de los
profesionales de la política es indiscutible – y lo único que podemos
hacer es sustituirlos de vez en cuando. Cada vez que los subversivos
aceptan separar los diferentes momentos de la vida y cambiar– partiendo
de esa separación – las condiciones dadas, se convierten en los mejores
aliados del orden del mundo. Y precisamente porque aspira a ser una
especie de condición básica de la vida misma la política exhala por
todas partes su aliento mortífero.
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