
Protesta contra hidroaysen 9 de mayo de 2011 en Concepción
Ya deberíamos tenerlo claro: Es tan evidente la contradicción,
tan patente el daño, tan clara la irracionalidad tras megaproyectos como
los de HidroAysén, que son miles quienes salen a la calle para
demostrar su inconformidad. Pero aún seguimos criticando y actuando en
la cancha que nos rayaron.
Nos hablan del “progreso”. “Para alcanzarlo hay que hacer
sacrificios”, nos dicen. Y nosotros/as no queremos los sacrificios que
ellos nos imponen, porque sabemos que siempre significan el aumento de
los niveles de explotación en el trabajo, la depredación intensa sobre
nuestro entorno natural, el encarecimiento general de los medios de
subsistencia, condiciones ambientales adversas para nuestra salud, etc.
Es decir, siempre el mentado progreso es a costa nuestra. Pero a pesar
de esto, les seguimos el jueguito y afirmamos que sí, que queremos
progreso, que nuestro país debe seguir creciendo económicamente.
Entonces llevamos la crítica y la discusión a un plano meramente
técnico. Y si es así, entonces las vías son claras: apego a la legalidad
impuesta desde arriba, manifestaciones encuadradas en lo que ellos
quieren ver, búsqueda de soluciones definitivas a través de la política
tradicional y los organismos judiciales actuales y/o clamar por energías
alternativas, lo que es darle a otros capitalistas la posibilidad de
enriquecerse. ¡Qué felices deben de estar estos empresarios y políticos
con tan predecibles y respetuosos manifestantes! ¡Qué eficaz maquinaria
social es la del capitalismo, que transforma las protestas por las
contradicciones que ella misma genera en nuevas posibilidades de
inversión!

¡Pero
ya está bueno! Sin duda que las airadas protestas contra HidroAysén y
otros nefastos proyectos industriales y energéticos constituyen un
alentador signo de sensibilidad social/ambiental. Pero para no perder,
como nos suele suceder cuando peleamos con las herramientas que nuestro
enemigo nos entrega (no precisamente para tener un combate justo),
tenemos que empezar a dar pasos, tanto a nivel de análisis como de
acción. Resulta que el problema no es que el progreso se esté
construyendo mal. El problema es la lógica que presupone ese progreso. Y
esa es, ni más ni menos, que el progreso del capitalismo. El avance de
un sistema que tiene como única racionalidad (si se le puede llamar así a
lo absurdo y contradictorio de su lógica) la continua acumulación de
capital en manos de una clase minoritaria. Hablemos claro. El país no
precisa de más energía (el consumo doméstico no representa más del 20%
de la energía producida), es la lógica capitalista la que pide más. Son
las necesidades industriales, en especial de la gran minería, las que
piden ser saciadas. Y, por una parte, las ganancias de esas empresas son
prácticamente en su totalidad particulares; y por otra, tampoco
aquellos procesos dependen de demandas reales, ni a nivel nacional ni
mundial, sino que sólo entran a formar parte de los circuitos
internacionales del capital para el mantenimiento del mismo. Un sistema
que se basa en la producción de mercancías, gracias a la explotación
humana y al saqueo natural, para el lucro de muy pocos y no para la
satisfacción de necesidades humanas reales, es un sistema que opera de
manera anti-natural, que precisa de la alienación humana, tanto a nivel
de conciencia como del producto de su mismo trabajo. Entonces, es con la
alienación con la que debemos romper.
Generemos comunidades de lucha que hagan prevalecer relaciones
cooperativas y solidarias. Que las redes virtuales y ficticias de
facebook y similares pasen a ser redes concretas de individualidades y
grupos discutiendo, debatiendo, aprendiendo, actuando. Superemos el
ciudadanismo impotente, mecanismo de regulación del mismo capitalismo
aberrante. Reconozcámonos como explotados/as y construyamos de forma
autónoma los caminos para dejar de serlo. De otra manera, este proceso
de movilizaciones no pasará de ser una anécdota en la cotidianidad de la
explotación estatal/capitalista.

Radicalicemos
nuestras luchas. Es decir, vayamos a la raíz de los conflictos.
Rescatemos las experiencias positivas de cada movimiento y sacudámonos
de todo lastre politiquero, que sólo intenta limitar y castrar nuestras
luchas, vaciándolas de contenido a cambio de –en el mejor de los casos–
obtener migajas por un breve tiempo, mientras arriba se atragantan con
el pastel. Que nuestras demandas no sean recuperadas por capitalistas
disfrazados de ecologistas. El ecologismo que sólo cuestiona los
aspectos técnicos de la dominación global, está actuando como jardinero
esclavo de las mansiones de los ricos. Los conflictos ambientales deben
ser abordados de manera integral como parte de la explotación total a
que nos somete el capitalismo y sus Estados. La única forma de
superarlos es la acción integral y autónoma de nuestra clase, desechando
toda mediación, creando desde ya las condiciones para una sociedad
libre de alienación, empleando las medidas de fuerza que sean necesarias
y coherentes para conseguir nuestra autoliberación.
¡A interrumpir el progreso del Capital!
¡A construir la Comunidad Humana!
Escrito por El radical libre / redes por la autonomia proletaria
http://metiendoruido.com/2012/04/a-proposito-de-las-movilizaciones-contra-hidroaysen-interrumpir-el-progreso-del-capital/
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