domenica 16 ottobre 2011

Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir.


Somos lxs desheredadxs de esta sociedad.

Día tras día, encontramos a nuestro alrededor diversas expresiones de una estrategia que consiste en robarnos la vida condicionándonos desde niñxs para sentirnos cómodxs en esta cárcel construida para la imaginación, los deseos y los sentidos. Así, crecemos sintiéndonos segurxs en nuestra jaula mientras los barrotes se estrechan cada vez más y muestran su verdadera finalidad, ser la herramienta generadora de un miedo invisible pero atroz que se alimenta de sí mismo y nos hace sucumbir al espectáculo.

Este miedo nos lleva a tratar de ascender como sea dentro de su escala de status, pisoteando a nuestrxs semejantes para poder acceder a unas migajas más perdiendo nuestra dignidad y nuestra autonomía por el camino. Trabajar es la única premisa, es para lo que vivimos. No sabemos por qué, ni para quién trabajamos, pero lo hacemos, horas y horas representando el rol que nos han asignado al especializarnos, convirtiéndonos en los accesorios vivientes de una maquinaria fabril muerta y gélida. Nos auto-convencemos de que el trabajo dignifica pero lo cierto es que sólo somos sus esclavxs, nosotrxs producimos la miseria con la que más adelante el sistema comprará nuestras almas. Para poder pagar una hipoteca, para poder tener un coche, ropa, comida, agua potable (cada vez más escasa por otro lado) y que nuestrxs hijxs puedan el día de mañana ir a la universidad. Sí, nosotrxs somos quiénes les condenan a la misma penitencia que nos ha domesticado a nosotrxs y todo porque no creemos en que haya otra cosa, es "lo normal", "lo común" y lo que hace todo el mundo.

Dentro de nosotrxs, pese a todo, continúan latentes algunas reminiscencias de nuestra voluntad y ello nos conduce a un conflicto interior constante, una resignación cotidiana que se traduce en frustración y rabia. Para contener esa furia, somos cebadxs con consumo y basura televisiva mientras discretamente nos reducen a mercancía en manos de banquerxs, especuladorxs, empresarixs y políticxs que trafican con nuestras vidas como si fuesen propiedades, a la venta con un precio y un valor.

Evidentemente, dentro de esta catastrófica existencia co-existimos con personas que no siempre escogen su destino y en una sociedad profundamente enferma, terminan destrozadxs por la rutina y el desencanto. Ellxs son lxs que habitan las grises y crueles paredes de sus centros psiquiátricos, donde entre palizas y pastillas mutilan su ser hasta reducirlxs a nada, parte del mobiliario sádico de esta sociedad-manicomio.

Mientras, en las cárceles, la mentira de la re-inserción muestra también su verdadero rostro y las palizas de lxs carcelerxs, las torturas, el aislamiento, la dispersión, el desarraigo, las drogas y el miedo constante aniquilan a personas sin una segunda oportunidad, condenadas a muerte en silencio mientras lxs esclavxs bienpensantes obedecen y asienten aplaudiendo cada muerte, fortaleciendo con su ignorancia las cadenas que les atan.

En televisión, prensa escrita y radio se vende la quimera de la paz social que sólo se traduce por la monopolización por parte del Estado y el capital de la violencia, que utilizan como instrumento represivo y de control a través de sus cuerpos policiales, de su tecnología de control social y de su imposición de la no-vida, es decir, de esta existencia insatisfactoria y mediocre que intentamos sobrellevar comprando más productos que no necesitamos, aceptando para ello desempeñar trabajos que odiamos. Al mismo tiempo, el progreso y su lógica imponen un modelo de organización tecnificada de vida, tiempo, espacio, relaciones interpersonales, trabajo, producción... que consume todos los recursos naturales a ritmos vertiginosos y obliga a las pequeñas sociedades que todavía son capaces de auto-abastecerse a entregar sus tierras a las grandes multinacionales, forzándoles a asumir modelos industriales que avanzan matando a millones de animales y extinguiendo cientos de especies al año, cadáveres en nuestro estómago o enterrados bajo capas y capas de hormigón y apatía.

Reconozcámoslo, este sistema nunca funcionará y reformar su arquitectura no hará que sea mejor. Hace tiempo que algunxs caímos en la cuenta de que el capitalismo no nos deja otra solución que no sea su completa e irreversible destrucción, con toda nuestra rabia canalizada hacia las estructuras que sustentan los privilegios de los cuales tantas injusticias derivan. Es imprescindible organizarnos por nosotrxs mismxs para plantar cara a lxs causantes de nuestras desgracias para dar un último adios a esta enfermedad humana: La autoridad.

Por éso, soñamos con que las calles se iluminen con el fuego de la esperanza y que nuestras voces se conviertan en fuego para reducir a ceniza y escombros esta realidad triste y grisácea en la que hemos sido condenadxs a luchar. Cada día luchamos para que cada motín se extienda como la esencia de un deseo de libertad robada que vuelve a la conciencia dormida y sirve de chispa para insurrecciones durmientes. Sabemos que el mundo que llevamos en nuestros corazones es posible y no nos rendiremos en nuestro viaje hacia la utopía, con piedras en una mano y esperanzas en la otra, con miradas llenas de emociones y de sensaciones dispuestas a desvanecerse en el abismo por no someterse al auto-secuestro y por no olvidar que detrás de los escaparates que trafican con nuestras almas, todavía brilla el sueño de un mundo mejor.

Se vuelve por tanto cada vez más necesario el dejar de confiar en todas las promesas del poder y de sus portavoces camufladxs. Si la hipoteca es un lujo, okupemos nuestro derecho a una vivienda digna. Si la vida es cara, construyamos entre todxs alternativas a la sociedad de consumo: reciclemos sus desperdicios, creemos huertos urbanos, tejamos redes de intercambio y de reciprocidad que transformen nuestra forma de relacionarnos y de convivir, conduciendo nuestra co-existencia por los caminos de la solidaridad y el amor. Si la policía trata de arrestar a nuestrxs hermanxs sin-papeles, respondamos con piedras y fuego para expulsarles de nuestros barrios (y de nuestras vidas). Si un/a compa está presx, que se multipliquen las acciones en su nombre. Si un/a individux es discriminadx, ya sea por su sexo, especie, raza, orientación sexual o forma de pensar, unámonos y cerremos filas para repeler (y en caso de ser necesario, devolver) la agresión.

Tenedlo claro, nuestras banderas son negras igual que el futuro de vuestra asquerosa sociedad inhumana. Vuestras máquinas y vuestras drogas psiquiátricas no podrán protegeros siempre, ni vuestras cámaras ni vuestrxs carcelerxs ni vuestra policía. Este barco hace tiempo que zozobra y no pensamos hundirnos con él. No nos temáis cuando nos veáis en la tele o en la calle arrojando destellos de fuego a la autoridad y sus símbolos. Tras las capuchas somos vuestrxs hijxs, amigxs y vecinxs. Somos lxs que nos hemos cansado de este mundo, de esta pesadilla y hemos decidido recuperar por la fuerza lo que nos corresponde por derecho aún a costa de tener que recurrir a algo tan primario y absurdo como la violencia. Nos hemos hartado de vuestros porrazos, de vuestras balas de goma y de plomo. Nos hemos hartado finalmente de vuestras torturas, tanto de aquellas que practicáis en vuestras comisarías y centros penitenciarios como de esas a las que nos enfrentamos día a día, como el trabajo asalariado o la devastación medio-ambiental para construir más carreteras y vías de tren que nos recuerden la imposibilidad de salir de este gris. Es demasiado tarde para las disculpas, ni las ofrecemos ni las aceptamos. Somos el resultado de siglos de paciencia y de poner la otra mejilla, ahora nuestros sueños serán vuestras pesadillas.

Por una llama en cada esquina, que se extienda la revuelta.
Salud y anarquía en vuestros corazones.

http://vozcomoarma.blogspot.com/

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