
Caminás por el barrio tranquilamente como siempre y de repente te encuentrás rodeado de policías, te detienen con violencia e insultos apuntándote con una 9mm o con alguna otra arma, te ponen contra la pared golpeando tu cara contra la misma, un tipo que nunca viste en tu vida manosea tu cuerpo, te pregunta prepotentemente que estás haciendo ahí, a donde ibas, te pide tus documentos, los cuales no llevás encima, te suben en el patrullero y te lleván para hacer averiguaciones. Llegás a la comisaria y te meten en el calabozo con un montón de gurises igual que vos. Esta es la crudeza que conlleva ser un gurí de barrio.
La realidad es dura, los que tuvieron unos viejos laburantes que se rompieron el lomo para darle un techo, un plato de comida y algún juguete, tal vez tengan un desarrollo medianamente “bueno”, aunque vean lo absurdo de la vida en esa cotidianeidad del ir a laburar como sus viejos por un sueldo de mierda. Para repetir las historia de los que siempre la sufren “pa llegar a fin de mes”, esos si tienen un grado de capacidad de análisis crítico se cuestionarán esa existencia sacrificada que se repite por generaciones y generaciones. Los otros gurises, los que solo tuvieron palos, hambre, entre otras tantas cosas, simplemente conocerán una manera de ser agresiva, llena de violencia, rencor, resentimiento, pero razones sobran para que sean así, porque esta sociedad es quien los hizo ser lo que son, seres rotos. Estos gurises quizás se han criado juntos, tal vez uno contagie al otro en sus formas, serán los nuevos hombres que ocupen los calabozos de la cárcel o serán los hombres que piden o directamente los que metan a otros hombres en las cárceles.
La solución que dada desde el poder fue, es y será siempre la misma, más palos, más rejas, más jaulas, más control, todo esto para poder afianzar su necesidad de dominación. Los excluidos somos los que siempre recibimos la parte más cruda, los que ya estamos condenados de antemano.
El gobierno progresista del Frente Amplio y en particular el Ministerio del Interior, conducido por Eduardo Bonomi, están llevando adelante lo que se define como “Mega operativos policiales”, esto es, ir a los barrios estigmatizados como “Zonas rojas” y hacer como hace un rastrillo cuando se lo pasa por el campo, levantar todo lo que se ponga en su camino. La argumentación es que la delincuencia juvenil se está generalizando notablemente y esto debe ser detenido de alguna manera. Como siempre, la “mano dura”, la represión. El Ministro Bonomi justificó estos “Mega operativos” y dijo que apuntan a combatir los procesos de feudalización de la delincuencia organizada, que tiene vinculación con el narcotráfico, los cuales tratan de controlar zonas de Montevideo y también del litoral, buscando desde ahí operar. También comparó esta supuesta “feudalización de la delincuencia” con los orígenes de las favelas Brasileñas. La realidad es que el control del Gobierno se pretende imponer en todos los ámbitos de la vida. Algunos compararon estos “Mega-operativos” con las “Razzias” que se realizaban no hace muchos años donde te levantaban y te cagaban a palos y por las cuales muchos se llenaron la boca en ese asqueroso oportunismo politiquero, otros, realmente con sinceridad lucharon para que ya no existieran estos operativos represivos.
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